La corrección

Conceptualmente, las amnistías se conceden para corregir los abusos de poder cometidos por el estado. Esto responde a la pregunta que se hacía Felipe González, que fue el primero en reaccionar (con agro, para variar) a la sentencia del Constitucional favorable a la ley de amnistía, en nombre de todos los patriotas de la buena España: "¿Cómo es posible pedir perdón a unos delincuentes?", se pedía.

Pedir perdón a unos delincuentes quizás no, pero restituir el nombre, los derechos y las libertades de personas que han sido tratadas como delincuentes por el estado de forma injustificada, y por tanto injusta, sí es posible. Es una amnistía: una corrección de los abusos perpetrados por los poderes del estado. Felipe González presume de saber bien lo que es una amnistía, pero parece que se ha olvidado de ello. Si tuviera mejor memoria recordaría que él mismo y muchos a su alrededor se beneficiaron de la de 1977, y que ellos también habían sido delincuentes. Lo fueron según la legislación franquista, por supuesto, pero también para muchos españoles de bien que en ese momento se exclamaban que cómo era posible que su querida España amnistiera aquellos elementos subversivos, parecidos a los que no hacía tanto tiempo todavía eran ejecutados con penas de muerte firmadas por Franco y el consejo de ministros. (Por cierto: habrá quien objete que no se puede comparar la represión de una dictadura con el estado de derecho y el imperio de la ley de una democracia, pero aquí tendríamos mucho que discutir, sobre todo cuando entre la dictadura y la democracia ha habido una Transición cerrada en falso. Dejémoslo si acaso en el hecho de que los abusen. producen en democracia, y con mayor motivo necesitan ser reconocidos y corregidos.)

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Sin embargo, ya sabemos que tampoco la sentencia del TC va a desencallar la situación. vapulear a la gente el 1 de Octubre por ahora echarse atrás.

Mientras, Sánchez efectivamente sigue determinado a mantenerse en el poder. Listo como un hurón (o puta como las jinetas, como lo prefiere), en una semana ha casi tumbado la opa del BBVA en el Sabadell y se ha reafirmado en la oposición a dos enemigos extranjeros, Trump y (este mismo jueves) el Israel de Netanyahu, para el que pide que la UE suspenda el tratado. Sobre todo con Trump, que ha amenazado directamente a los intereses españoles, Sánchez lo sigue poniendo mal en el PP: es difícil justificar que el primer partido de la oposición no respalde al gobierno cuando un mandatario extranjero –aunque sea el presidente de EEUU– menosprecia la soberanía española. No tienen a Sánchez tan acorralado como pensaban.