"Bajo la presidencia de Trump, el liderazgo americano ha vuelto. Esto significa libertad de discurso, una diplomacia valiente que pone primero a nuestra nación, y paz mediante la fuerza". Éste es un tuit de Marco Rubio, secretario de Estado de EEUU, publicado este domingo y difundido después desde la cuenta de Elon Musk en X, un batiburrillo infernal que tanto de día como de noche emite propaganda de la administración Trump, falsas noticias sobre inmigrantes que violan a mujeres jóvenes en el Reino Unido (y para los que Musk pide "castración de seguido" director del DOGE como disfrazado de superhéroe. También amplifica los tuits de otros dirigentes trumpistas cuando los encuentra de interés, como en el caso que comentamos.

El mensaje del secretario Rubio apoyaba a la impresentable bronca que el vicepresidente estadounidense JD Vance espetó a los líderes europeos en la Conferencia de Seguridad de Múnich, y también a su precedente inmediato: las advertencias, no menos insolentes, de que el secretario de Defensa Pete Hegseth lanzó a los estados miembros de la TAN el miércoles el miércoles. Tanto Hegseth como Vance ejercieron de nuevo aquella polvorienta cowboy diplomacy que ya practicaban Ronald Reagan y los Bush, padre e hijo: la diplomacia "valiente" que celebra Rubio. Generalmente, tanto en la política como en la vida de cada día, sólo se autoproclaman "valientes" los más bocazas, los más incapaces y, por supuesto, los más cobardes. Los casos concretos de Hegseth (expresentador estrella de la cadena conservadora Fox) y de Vance (autor de alguna novelita magra) nos avisan de los peligros de dejar acceder a famosos de la tele y escritores con ínfulas a puestos de responsabilidad.

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En plena recta final de la tenebrosa campaña electoral alemana, las soflamas de Hegseth y Vance eran potentes expresiones de apoyo –sin nombrarlos– a los neonazis de Alternativa para Alemania (AfD), que según las encuestas quedarán según los comicios del domingo pero evidentemente lo condicionarán –ya lo condicionan– todo en la política alemana. Las simpatías pronazis, o neonazis, del trumpismo no se limitan al brazo levantado de Elon Musk. Todo ello, unido al movimiento unilateral de Trump con Putin para decidir cuándo y cómo debe acabar la guerra de Ucrania (que se concretará en el encuentro, este martes en Riad, entre el citado Marco Rubio y el ministro ruso de exteriores, Serguei Lavrov), deja claro que –como dijo el presidente de la Conferencia de Múnich- [entre Europa y EE.UU.] ya no es tan común".

Las lágrimas de Heusgen resumen bien el camino que han subido Europa y el mundo. Si –como es previsible– la respuesta europea que empieza a prepararse con la cumbre de urgencia de este lunes en París consiste en abocar a Europa a la carrera armamentista, deberemos evocar el filme Teléfono rojo: volamos hacia Moscú, con aquel general cowboy que cabalgaba, enloquecido, un misil nuclear.