En defensa del modelo penitenciario catalán
El sistema penitenciario suele ser invisible a los ojos de la mayoría de la ciudadanía y sólo ocupa las portadas cuando existe alguna desgracia. Lo hemos visto estos días a raíz del trágico asesinato de una trabajadora a manos de un interno en el centro de Mas d'Enric. Este incidente no debería haberse producido nunca; es gravísimo y doloroso, y nos consta que se han abierto todas las investigaciones para esclarecer los hechos y para evaluar todos los protocolos y circuitos. Estamos golpeados por la situación y queremos expresar nuestro pésame a la familia y nuestra solidaridad y cariño a los y las profesionales que conocían a la víctima y la amaban.
Hace pocas semanas se conmemoraba el 40 aniversario de la asunción de las competencias en materia penitenciaria por parte de la Generalitat de Catalunya. Durante todo este tiempo, Cataluña ha ido construyendo un modelo propio basado en la centralidad de la reinserción y la rehabilitación, con pleno respeto por los derechos humanos, la dignidad y la seguridad de todas las personas internas, familias y profesionales. Una de las grandes fortalezas del sistema es que ha habido amplios consensos en la defensa del modelo penitenciario catalán, ya que los responsables que ha habido al frente, de diferentes colores políticos, han puesto su granito de arena para reforzar los pilares básicos.
Carácter transversal
El carácter transversal del modelo, que se ha ido construyendo desde 1984, y la implicación de personas y sectores sociales muy diferentes han garantizado unos resultados exitosos en el ámbito de la reinserción si nos comparamos con la mayoría de países democráticos: en Cataluña, 8 de cada 10 personas que pasan por prisión no vuelven a entrar. La reinserción se trabaja a partir de la intensidad en el tratamiento y las actividades dentro de los centros, con oportunidades de formación y trabajo, pensando en la vuelta de las personas internas a la sociedad. La implicación de los y las profesionales en esta tarea es ejemplar. Y el beneficio para el conjunto de la ciudadanía es evidente: por cada persona que reinsertamos, evitamos futuros delitos, y por tanto, futuras víctimas, pero también aseguramos una segunda oportunidad a las personas que han pasado por prisión.
Por este motivo, creemos que sería injusto juzgar y cuestionar todo un sistema señalando sólo la lamentable tragedia del pasado miércoles en la cárcel de Mas d'Enric. El trabajo en prisiones es un elemento esencial en el modelo de reinserción. Hoy, el sistema ocupa 3.500 internos e internas que trabajan cada día en diferentes servicios y talleres productivos dentro de las prisiones, gracias a la gestión que realiza el Centro de Iniciativas para la Reinserción (CIRE). También existe un número importante de internos en tercer grado que trabajan con normalidad en el exterior de los centros, facilitando así su integración en la sociedad tras cumplir una condena.
En cuarenta años no ha habido ni un solo caso como el del homicidio que ocurrió el pasado miércoles. Y ojalá nunca hubiera pasado. Nos encontramos frente a un hecho dramático, pero extremadamente excepcional. No valen excusas, pero para hacer un debate honesto, riguroso y serio, es necesario poner este hecho desgraciado en el contexto adecuado.
Consecuencias imprevisibles
Este trágico suceso ha estimulado una serie de protestas en varios centros penitenciarios por parte de algunos funcionarios y funcionarias que trabajan en las cárceles catalanas. Seguro que hay reivindicaciones legítimas y muchos aspectos a mejorar, pero es importante que un hecho dramático no se mezcle con las reivindicaciones sindicales ni se utilice de forma interesada. Seguro que las reivindicaciones pueden tratarse, de forma ordenada, en el marco del diálogo sindical. Las cárceles son un ámbito sensible. Por eso, en estos momentos, es urgente y necesario que todo el mundo esté a la altura del momento y después todas las partes se sienten a hablar para evitar que escale una situación compleja, que podría llevar a episodios de tensión graves y de consecuencias imprevisibles para los derechos y la seguridad de los internos y profesionales en los centros.
Los que firmamos, representantes públicos de justicia y ejecución penal de estos 40 años de desarrollo de la competencia, de diversos colores políticos, queremos dar a conocer a la opinión pública la importancia de defender los pilares de un modelo que, aunque tenga deficiencias y sea siempre perfectible, es un modelo que funciona, que da respuesta y que dispone de reconocimiento internacional. Es un modelo que hemos construido entre todos y todas en estos últimos cuarenta años y que, con datos objetivos en la mano, ha situado a Cataluña como un ejemplo de reinserción social de las personas privadas de libertad.
El papel de los trabajadores y trabajadoras en esta tarea ha sido primordial y debe seguir siendo, y emerger con más fuerza como agentes de cambio y de transformación de vidas. Sería dar pasos atrás si, aprovechando una desgracia, se entrase en derivas regresivas y modelos fracasados. Sólo desde el consenso podremos fortalecer un elemento tan sensible e importante como es el sistema penitenciario, lo que irá en beneficio del colectivo de profesionales que trabajan en él, y también en beneficio del conjunto de la ciudadanía de Catalunya.