Derechos de los niños: el sistema nos falla

Niños en una escuela.
20/11/2025
3 min

Nacer en un contexto familiar o en otro, en una zona geográfica concreta o estar rodeado de según qué entorno condiciona el cumplimiento de los derechos universales de los niños. Un niño no elige si lo que lleva para desayunar es el que sobró anoche ni puede llegar a la conclusión de que esto le provocará malestares digestivos porque no es lo más recomendado. No tiene capacidad de decisión sobre si ponerse ropa limpia o no o sobre ducharse por la mañana si nadie de la familia le ayuda a hacerlo, ni puede deducir que a la larga esto puede derivar en problemas de piel. Siempre necesita el adulto, el referente, y por eso una verdadera política de infancia debe tener una visión global, actuando en el núcleo familiar para tener efecto en el niño.

Cuando pensamos en los derechos de los niños nos vienen a la cabeza necesidades clave como la educación, tener garantizadas las comidas diarias necesarias, los cuidados... Pero ser niño es también poder disfrutar de serlo, es decir, que el entorno te permita ser simplemente un niño o niña, sin preocupaciones que no te corresponden todavía, sin tener que cuidar a otros menores como hábito, sin tener que atender cuestiones domésticas como la cocina o la limpieza a edades muy tempranas, sin tener que responsabilizarse de todo lo que debería hacer un adulto.

Reflexionaba hoy sobre el hecho de que todas las personas que trabajamos en el sector social y en concreto con infancia vulnerable normalizamos de alguna forma que estamos en manos de un sistema que nos falla. Nos hemos habituado a ver los mismos nombres de niños y niñas participando año tras año en nuestras actividades becadas, que pasan toda su etapa de primaria y secundaria como usuarios de un servicio socioeducativo. ¿Pero cómo ayudan las administraciones a romper estas situaciones? Tienen datos estadísticos, cientos de estudios publicados y la realidad del día a día a su disposición. ¿Se trata entonces de falta de una voluntad política sostenida en el tiempo que permita mejorar de forma real y permanente la situación de niños y familias?

Un 32% de los niños y adolescentes se encuentran en situación de pobreza en Cataluña y este dato frío esconde una tormenta de consecuencias que afectan a la salud mental y física de niños y jóvenes, su éxito académico e incluso su ocio, condicionado por un consumo excesivo de pantallas y por una falta de tiempo de calidad. Urge ampliar la universalización de espacios de ocio inclusivos que permitan conciliar y proporcionen referentes y espacios de crecimiento.

También es imprescindible trabajar por la infancia con una mirada amplia, desde la prevención y no sólo desde la reacción. Para evitar la cronificación de estas situaciones que determinan el futuro de nuestros niños y niñas es necesario apoyar a las familias para que dispongan de unas condiciones laborales, culturales, educativas, de vivienda y sanitarias que permitan que los niños vivan y crezcan en hogares con condiciones dignas y enriquecedoras.

Las entidades del tercer sector como la Fundación Pere Tarrés, a través de proyectos socioeducativos y de ocio, acabamos convirtiéndose en ese punto de referencia que permite cubrir las necesidades que se generan en la vida diaria de los niños, allí donde no llegan las ayudas públicas. Pero no podemos revertir solas estas desigualdades. Las administraciones tienen la obligación de poner en práctica esta visión estratégica, preventiva, y favorecer la participación activa de todos los niños en espacios seguros, de desconexión y crecimiento. Las demandas de quienes conocemos y trabajamos día a día con esta realidad deben ser escuchadas. Sólo así podremos empezar a garantizar plenamente los derechos de los niños.

stats