Una mujer pasa por la orilla de un hombre vestido de Papá Noel en una calle comercial en una imagen de archivo del año 1975.
06/01/2025
3 min

Hoy es el día después, al día siguiente de Reyes, que significa al día siguiente de las fiestas de Navidad. Hoy cerramos un período del año que es especial; para muchos, adorable, y para otros muchos, detestable.

Hoy es el día de volver al ritmo normal de trabajo y de abrir la agenda para reencontrar todas aquellas citas y actividades que dejamos por "pasado fiestas". La rutina vendrá a vernos y será como si nunca se hubiera marchado, aunque alrededor del día de la lotería nos despedimos como si no tuviéramos que volver nunca más. Hasta el próximo año, decíamos, eufóricos. Y el próximo año es hoy, al día siguiente.

Hoy es el día de desmontar el pesebre y desguarnecer el árbol. Volveremos a llenar las cajas enormes con las bolas de colores, las cintas estampadas, los hilos de lucecitas y las estrellas, las velas, la corona de la puerta. Guardaremos las cajas en el trastero y la casa volverá a la sobriedad de los días normales. Deberán pasar doce meses para volver a permitirnos la ingenuidad de poner luces y colores en nuestra vida para ver si así devuelve la ilusión.

Guardaremos el tió y la manta de cuadros en el altillo y en el último momento no podremos evitar hacer un gesto rápido, ahora que no nos ve nadie, y ponerle la manta por encima, no sea que coja frío durante los largos meses de hibernación.

Nos hemos levantado con los propósitos de Nochevieja bien frescos en la memoria. Se irán borrando durante las semanas siguientes, languideciendo al ritmo que nuestra fuerza de voluntad se va ablandando. Pero hoy no: hoy pasaremos todo el día sin fumar, iremos al gimnasio y nos matricularemos en un curso de inglés. Haremos verdura y pechuga de pollo a la plancha para comer y nos sentiremos inmediatamente más sanos y ligeros, aunque junto a la cafetera todavía hay restos de turrones como pequeñas tentaciones dispuestas a hacer fracasar la dieta nada más empezar.

Somos lo que comemos, dicen. Y sí, el empacho de estas fiestas no es sólo físico. Hemos vivido unos días llenos de emociones y de alegría, repartiendo nuestro tiempo entre tablas diversas de grupos diversos y poniendo a la familia delante de todo. Estamos empalagados, tal vez. Necesitamos unos días de recogimiento y soledad. Nos apetece comer ensalada y fruta, pero de vez en cuando añoraremos los dulces, y las largas sobremesas.

Hoy es al día siguiente de Reyes y probablemente estrenaremos algún regalo. Una blusa, una bufanda, una equipación de deporte, un colgante. O empezaremos a leer algunas de las novelas que alguien ha elegido para nosotros. O marcaremos en el calendario el día que tenemos entradas para ir al teatro o para ir a hacer un menú degustación en ese restaurante tan bueno. Son como lucecitas que iluminarán las semanas más sombrías del año.

La ciudad también se irá poniendo a tono. Todavía se pueden encontrar caramelos en algún rincón del día de la cabalgata, pero los operarios ya están desmontando las luces de las calles e imagino que, un día u otro, también guardarán el más alto iluminado coño de cono del universo .

¡Y ahora, ave, a esperar la primavera! Ir celebrando cómo los días se hacen más largos y confiar en que vendrán días luminosos, pero frescos aún, antes de que tengamos encima otro verano sofocos.

Iniciamos el año que completará el primer cuarto del siglo XXI y muchos de nosotros estamos asustados porque recordamos que cuando éramos pequeños llegar al año 2000 ya nos parecía una película de ciencia ficción.

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