Sobre el error táctico y otras expresiones
El pasado sábado en Barcelona los Mossos encapsularon a un grupo de manifestantes en el barrio de Gràcia y seguidamente cargaron contra ellos. Posteriormente desde la policía se consideró esta acción un “error táctico”. El miedo que pasó la gente que estaba allí en medio no fue tan estratégico. No haber salido de casa. El conseller de Interior sostuvo que “se hizo una mínima utilización de la fuerza”. En los vídeos que corrían por la red la fuerza parecía notable, pero a mí no me hagáis caso que soy débil. A una chica le han vaciado un ojo. Es un daño colateral aunque en realidad sea frontal y evitable. Quien sufre es el contenedor, que se cuantifica y magnifica sabiendo que la mayoría de manifestantes no queman nunca nada. No por carencia de motivos. Por miedo estratégico. Y por pasmosa ignorancia, unos comerciantes hablan de “la Noche de los Vidrios Rotos”, cuando en realidad lo único que pasó fue que unos cuantos rompieron vidrios por la noche. Os podríais desesperar al primer párrafo. Pero aguantáis. Como hacéis siempre. Como lo estamos haciendo. Aunque la resiliencia haya días que sea admirable y otros que dé un poco de repelús.
"La vivienda es un derecho, pero también es un bien de mercado", dicen los socialistas, que cuando dicen derecho quieren decir derecha. O al menos es lo que se entiende muchas veces. Rompen de este modo otro de los pocos compromisos que tenían con sus socios de gobierno, pero no se rompe el gobierno. Ni ningún contenedor después de esta sentencia destacable. Quizás porque la vivienda acabará siendo, para tanta gente, un contenedor. Como ahora mismo ya está haciendo de supermercado. Se habla poco del alquiler comparado con lo que se ha hablado del rey emérito y su buen papel en el 23-F. De la mansión adonde parece que se ha trasladado a vivir no se sabe quién la paga pero, teniendo en cuenta que Patrimonio Nacional se hace cargo de unos cuantos gastos y él es un bien patrio, a mí me salen los números. Y eso que todavía no sé cuántos contenedores se podrían pagar con el que se destina a la casa real. ¿Alguien de números?
“Ya sabemos cómo es Joan” es otro error táctico que, cambiando el nombre según convenga, hace demasiado tiempo que nos acompaña. Esta resignación a aceptar los comportamientos como si no se pudieran modificar nos habría hecho evolucionar poquísimo y, aunque a veces la sensación es más de retroceso que de progreso, hemos salido de las cavernas en un buen puñado de materias porque alguien ha hecho esta premisa añicos. También hay quien piensa, naturalmente, que ahora hay una caza contra los hombres y que están indefensos a pesar de sus buenos comportamientos. Son los mismos que no han protestado nunca, ni con vehemencia ni sin, contra el machismo. De hecho, le han reído las gracias y han aprovechado todos sus privilegios y la inmunidad que les ofrece. Porque entonces las reglas eran otras y el silencio era muy profundo. En el cambio social tan necesario y urgente que estamos viviendo lo que se pretende evitar es que se perpetúen actitudes perversas tan arraigadas como las tradiciones. Las tradicionespueden cambiar. O incluso desaparecer. Hay una pila de buenos ejemplos. Y naturalmente que se tiene que reivindicar la presunción de inocencia. ¿Pero de qué inocencia estamos hablando? Porque hemos dado por buenas tantas anomalías y hemos permitido tantas complicidades que al final el abuso de poder se puede llegar a ver como un efecto colateral del talento o la genialidad que se tiene que tolerar. Pues no. Esta era se ha acabado. Por el bien de todas. Y de todos. Y de todo el mundo.
Natza Farré es periodista