Esto de España da risa

1. Siete años después del 1 de Octubre cuesta decirlo, pero el día que Catalunya sea un nuevo estado de Europa –que un día u otro lo será, quizás más por errores del rival que por méritos propios– echaremos de menos a España. La diversión que nos ha dado en la última semana no se paga con traspasos de Cercanías ni con financiaciones singulares. Entre Julián Muñoz, Alvise Pérez, Vinícius, el rey y Bárbara Rey, el espectáculo ha sido de mucha calidad.

2. Ha muerto Julián Muñoz, el hombre que fue alcalde de Marbella y que logró que España diera un salto de calidad. Con él, el dinero negro pasó de repartirse en sobres a entrar en casa, directamente, en bolsas de basura. De las grandes, de las de jardín, porque era tanto el billete de los sobornos que recibía del mundo inmobiliario que necesitaba la medida grande. En el colmo del éxito, el hombre de la hebilla por encima del ombligo consiguió ligarse a la tonadillera oficial de España, y sus paseos por Andalucía, de la mano y enseñando los dientes, eran el mejor spot de la felicidad. Mientras, en las televisiones, Mayte Zaldívar, la mujer abandonada, regalaba liderazgos de audiencia cuando aparecía. Los cuernos venden. Y ella se lo cobraba. Con todo esto distrajeron unos 46 millones de euros. Los tres terminaron en prisión. Ya hace tiempo que salieron, pero el dinero no ha aparecido por ninguna parte. En el colmo del ridículo, a este héroe de la corrupción se le hace una entrevista que solo deja que se emita una vez muerto. ¿Ha revelado, póstumamente, dónde estaba la pasta? Tampoco. No queda ni ese consuelo. La tomadura de pelo, institucionalizada, hasta la tumba.

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3. Alvise Pérez, el youtuber convertido en eurodiputado gracias a 800.000 votantes, ha sido protagonista de una noticia que incluso ha hecho estremecer a los suyos. Cobró 100.000 euros por parte de un empresario del transparente negocio de las criptomonedas para financiar su campaña electoral. Esto es el doble de lo que permite la ley. Y, además, lo cobró en negro, que no es un detalle menor, sencillamente porque es un delito. Ahora que han pescado a quien decía ser la única manzana no podrida y lo han puesto en el centro de la diana, Alvise ha dicho que escondió ese dinero de Hacienda "en legítima defensa contra el terrorismo fiscal del Estado". Y ha invitado a los conciudadanos a cobrar y pagar en negro. Un sinvergüenza de campeonato. No ha pasado ni medio año desde que, en una discoteca de Madrid, para celebrar el éxito electoral de Se Acabó la Fiesta, él gritaba que “España se ha convertido en la fiesta de los criminales, los corruptos, los pedófilos y los violadores”. Bienvenido al club, Alvise. El de los corruptos. Muy de ultraderecha: vender sal y predicar vinagre.

4. El rey emérito, como tantos famosos con el expediente sucio, quiere escribir la historia como a él le conviene que se lea. Necesita que quede un relato y que sea el suyo. El bonito, el de un hombre íntegro que todo lo ha hecho por la democracia de su país. Pero resulta que se lo ha cobrado con creces. Aprovechando que era inviolable, ha amasado cientos de millones de euros, ha puesto a las cloacas del Estado a tapar sus vergüenzas y, cuando se ha visto contra las cuerdas, ha abdicado, ha huido y, tras regularizar una parte ínfima de los impuestos que le toca tributar, cree que ya ha puesto el contador a cero. ¿Las fotos con Bárbara Rey? Ya sabíamos que existían. Ahora finalmente las hemos visto en la prensa neerlandesa. ¿Y qué? Un hombre y una mujer besándose. En España, de nuevo, se habla de la anécdota durante horas y horas y, así, lo salvan para no analizar la magnitud del robo. Qué juego, este de disimular para no ver que el rey va desnudo. Este, en concreto, tenía mucha afición a ello.