La salida de la crisis económica no sólo depende del éxito de la vacunación contra el covid-19. Hay otros factores que tener en cuenta, el principal de los cuales, pero no el único, son las ayudas europeas. Este miércoles el Estado ha anunciado un nuevo paquete de ayudas de 11.000 millones de euros destinados en especial a la hostelería, el turismo, el pequeño comercio y las pymes y los autónomos. Bienvenidas sean, pero a ver con qué velocidad se reparten y dónde van a parar. De entrada, todavía no se ha aclarado si una parte serán ayudas directas, un detalle relevante. A diferencia otros países, España hasta ahora no ha dado: ha optado para rebajar algunos impuestos y cotizaciones, hacer moratorias, dar avales y, sobre todo, asumir los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE). Un conjunto de medidas que apenas han parado el golpe. De hecho, según el Banco Central Europeo es el estado de la zona euro que ha dedicado menos porcentaje del PIB (1,3%) a combatir con ayudas directas la crisis económica.
En cualquier caso, ante la situación crítica en la que nos encontramos, no sobra ni un céntimo. Como tampoco hay ni un minuto que perder para poner en marcha el nuevo Govern de la Generalitat: cada día que pasa es un día menos para coger la iniciativa y tomar decisiones que abren el camino a la remontada. Solo así, cogiendo el toro por los cuernos, se podrá cortocircuitar la inercia de un cierto fatalismo que empieza a instalarse en el ambiente: la pandemia se alarga, las empresas viven con el agua al cuello, los trabajadores en ERTE empiezan a pensar que cuando llegue la hora ya no volverán, los turistas podrían quedarse a casa otro verano... Este estado de ánimo, que por desgracia responde a indicios reales, es aun así letal. Como es consabido, la economía tiene mucho que ver con la psicología colectiva, con las expectativas. Y estas, a su vez, están directamente relacionadas con la confianza que los diversos agentes (empresas, administración, sindicatos, expertos, consumidores, trabajadores) y los diversos sectores (industria, turismo, servicios, ocio...) tienen respecto a los engranajes del sistema o, para ser más concretos, respecto a la capacidad del país de salir del pozo. El liderazgo y la solvencia políticas son claves.
Así pues, más vale tarde que nunca. Los 11.000 millones son absolutamente necesarios y, cuanto más haya para ayudas directas, mejor. Tanto ante este nuevo anuncio como del proceso, todavía más decisivo, de captación y distribución de los fondos europeos con proyectos solventes, la Generalitat tiene que tomar posiciones lo antes posible estableciendo una interlocución directa con Madrid y Bruselas, y trabajando con los sectores afectados, en defensa de la economía catalana, que tiene especificidades y potencialidades propias. Está el sector turístico, claro, pero también ámbitos que impulsar como el tecnológico o el biomédico, además de otros tradicionales (automóvil, construcción), sin olvidar la investigación o la industria cultural, entre otros. Y todo esto teniendo en cuenta la red de pymes y autónomos. En plena pandemia, contra el fatalismo y el pesimismo económicos, la solución es un liderazgo basado en ideas y acciones claras, bien explicadas y bien ejecutadas, cosa que hasta ahora se ha echado de menos, tanto en Madrid como Barcelona.