Por favor, urbanitas, ¡léanlo!

El presidente de la Generalitat debe reunirse, de inmediato, con la gente que iniciaron y lideran la revuelta campesina, como representantes independientes. Entre ellos, algunas mujeres, de Ramaderes.cat o de la Asociación de Mujeres del Mundo Rural.

Como país estamos obligados a preservar –con leyes– las pequeñas explotaciones, que son como las pequeñas editoriales o la música independiente. ¿Verdad que sería absurdo que a los Oques Grasses se les exigiera, para ir a tocar en el Cruïlla, el permiso europeo de conducir trailer, como si llevaran el mismo escenario que los U2 y cobraran lo mismo?

No puede que hacer la papeleo que indica que la vaca está cuidada impida cuidar la vaca. La administración debe realizar este trabajo, no considerando al campesino, por defecto, un culpable. En este sentido, me dicen que el reportaje Cerda Miseria, de TV3, causó malestar entre los que no son grandes explotadores ni generadores de purines. No se sintieron representados.

Exigir a nuestros campesinos que cumplan las normas ambientales, sanitarias y laborales es necesario. Pero entonces no puede ser que en el supermercado haya productos de otras zonas que, al no cumplirlas, resulten más baratos. campos de plagas descontroladas que en una noche se pueden comer la cosecha. Hacer un cerrado a prueba de estas bestias (el corzo salta, el jabalí empuja al pastor eléctrico, el conejo pasa por debajo) es muy caro. Desde la ciudad, esto no se entiende.

A la sequía llegamos tarde. La Agencia Catalana del Agua dice que las explotaciones deben reducir en un 50% el consumo. Aparte de abrevar, existe la limpieza, pero las balsas están vacías. Esto significa reducir el rebaño a más de la mitad. ¿Y cómo se alimenta la familia, pues?

Y algo más. El campesinado no sólo preserva el paisaje. Preserva la lengua, que también está en peligro de extinción.