Al igual que cuando después de una inundación las aguas se retiran y las calles quedan llenas de barro, escombros, cañas, madera, vehículos irrecuperables y material de desagüe en general, así también el debate político emerge colgado de todo tipo de miserias y excrecencias.
Me refiero, claro, al presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, quien en su intento de transferir la grandísima culpa de Mazón a Pedro Sánchez ha dicho que la reconstrucción valenciana costará lo que le costará al Estado un año del financiación singular pactada con los independentistas catalanes.
No, no me extraño. De la forma que se hace la comunicación política en España (que es deudora de la [in]cultura política en España), era cuestión de días que la culpa de la falta de reacción en el rescate de Valencia fuera de Cataluña. Sería materia de chiste si no fuera tan gastado, tan viejo, tan secularmente anticatalán.
Pero es obsceno cuando estamos enterrando a 215 personas y todavía estamos buscando unos setenta desaparecidos. En estas circunstancias dramáticas, volver a los ladrones de cuatro manos catalanes para descargar a Mazón y dirigir la indignación popular hacia Sánchez es una salida de indigencia intelectual y política, que muestra hasta qué punto Feijóo y el PP ven con desesperación que la DANA les ha hundido la ofensiva que preparaban contra el PSOE a cuenta de Errejón y Begoña Gómez. En Feijóo lo que necesitaría es mejorar la selección del personal del que se rodea, y preguntarse por qué necesita Vox para gobernar. Quizás así su partido sería capaz de encontrar un mínimo sentido de la dignidad política exigible a una alternativa.