Les hablo de un caso como un capazo: la novela Las bragas al sol (La Campana) hace 65 semanas (que pronto es dicho) que está ubicada en las primeras posiciones de la lista de libros de ficción más vendidos. Se presentó en septiembre de 2022 y ya va por los treinta mil ejemplares. Se ha traducido al castellano, al portugués, al italiano y al polaco, y no les extrañe que se acabe haciendo una película. Y todo esto, siendo como es la primera obra publicada de su autora, la ceretana afincada en la Barceloneta Regina Rodríguez Sirvent.
El libro es una pieza de relojería. Tiene sentido del humor, emotividad, un argumento real como la vida misma y un mensaje aspiracional sobre qué tipo de vida queremos vivir, en la que muchos lectores se ven reflejados. El toque final de magia le da un ritmo narrativo propio de una serie televisiva, porque cada capítulo, no muy largo, deja al lector con el deleite de ver lo siguiente. El ritmo al que van pasando las páginas, los gags, las emociones y las reflexiones de la protagonista es sostenido.
El resultado final es que este es el tipo de libro que hace quedar bien a los libreros cuando alguien les pide “y ahora qué ¿podría leer?”, porque no falla, y devuelve a la gente contenta a las librerías. Y así, de boca a oreja, a base de leerlo y recomendarlo, Las bragas al sol ha desbordado el mapa de lectores más o menos habitual y ha ensanchado la base hacia territorios donde hay gente que hacía tiempo que no leía o, mejor aún, que hacía tiempo que no leía en catalán, y sin distinción ni de edad ni de género.
La factura es ligera, pero el tema no lo es nada, y la estructura que sostiene la obra, tampoco. Y el éxito que ha logrado revela la ambición y el talento de una narradora que sabe cómo llegar a todo el mundo con una buena historia, bien explicada.