El fracaso de JJ Vázquez

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Un momento de 'Cuentos Chinos'

Telecinco solo ha necesitado diez programas para cargarse Cuentos chinos, el programa de Jorge Javier Vázquez para luchar contra El hormiguero. Ni el presentador ni los responsables del formato han encontrado la fórmula.

¿Cuáles han sido los errores de Cuentos chinos?

La artificialidad del presentador: Ha habido un exceso de confianza en el tirón mediático de Jorge Javier Vázquez. En su estreno, él mismo comunicaba el dato de los días exactos que hacía que el público no lo veía en pantalla. Por otro lado, el presentador se erigía en protagonista, como si fuera el motivo de interés. Sálvame ha forjado en Jorge Javier Vázquez un histrionismo y una artificialidad que no encaja en un espacio que busca la complicidad de la audiencia. El presentador tiene una actitud impostada y el estilismo exagerado de Telecinco lo acentúa aún más. Hay más vanidad y ego que un interés real por comunicar contenidos. Vázquez se ha convertido en la caricatura de sí mismo, creyéndose que el espectáculo es él. No ha habido un solo minuto de programa que pareciera importar al presentador. Todo es una farsa de un charlatán.

Un programa para combatir a Antena 3: Cuentos chinos tampoco se ha construido con la voluntad de ofrecer una idea potente, sino con el fin de luchar contra El hormiguero. Cuentos chinos es una copia barata. Quizás esto explica el contexto oriental que adorna el plató: China como industria de la réplica y de la imitación. La versión falsa y sin alma. Un simple relleno de colaboradores sobreexcitados y entrevistas a famosos. Las pausas de publicidad y los tempos del programa dependían de lo que hacía la cadena rival. Iban a remolque de la competencia en vez de diseñar un proyecto propio en el que confiar.

'Tiktokización' de los contenidos: Cuentos chinos se ha nutrido de ideas inspiradas en las redes sociales. Retos e intervenciones superficiales, efectistas y afectadas. Espectáculo de pantalla de mano para la televisión del comedor. En el tuit de la productora para despedir el programa realizaron un vídeo de veinte segundos con los mejores momentos de las diez primeras emisiones. Ni en veinte segundos había ningún contenido que valiera la pena. Vacío absoluto y superficialidad. Nada perduraba en la mente del espectador.

Evolución errática: El primer día Vázquez aseguraba que no hablaría de política, y en menos de diez programas ya estaba entrevistando a Manuela Carmena y al alcalde de Vigo. El entretenimiento de colaboradores degeneró en cotilleo tradicional. Incluso empezaron la estrategia de la coprofagia típica de la cadena: vender contenidos de Telecinco para llamar la atención. Una evolución que evidencia confusión, inexistencia de una línea editorial y desconocimiento de la solución.

Cuentos chinos, con todo lo xenófobo que tiene este abuso estético del estereotipo, es la nueva víctima de una crisis profunda. Lo sustituyen por resúmenes de Gran Hermano. La prueba de que Telecinco no sabe qué hacer porque no sabe más.

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