La gran decantación
1. Teoría. "No escucháis lo que dicen, miren lo que ellos hacen", recomendaba Henri Bergson. Y tenía un buen punto de razón: las palabras pueden tener trampa, pero los hechos no engañan, salvo que no queramos verlos, que es un recurso característico de la especie humana: negar lo que estorba o que nos desborda. El año que acaba lleva incorporadas muchas señales de que todo dependerá de que se quieran entender o que se opte por la comodidad de no darnos por eludidos. Las sociedades secularizadas han generado, utilizando a menudo en vano el nombre de la razón, sistemas de creencias –decimos ideologías– que confirman la tendencia humana a comportarse como un animal religioso: los buenos y los malos, los míos y los demás. Y las ideologías políticas son sus expresiones. ¿Es esta condición un límite de la experiencia humana?
La sociedad –en general y en cada una de las partes que la estructuran– está articulada sobre relaciones de poder (empezando por la familia y siguiendo por todas las formas que dan marco a las relaciones personales). Donde hay dos personas, hay diferencia de potencial. Esto comporta lo que genéricamente llamamos ideologías (o creencias), entendidas como construcciones identitarias para hacer más asumible el paso por este mundo, compartiendo formas de verlo y vivirlo.
Toda sociedad necesita dotarse de sentido y alimentar un cierto imaginario propio. Quizás la vida no tiene sentido, pero el sentido es necesario para la vida. Paradoja central de la condición humana. El sentido da la ilusión de que nos falta.
El hombre es un animal que narra. Necesita contarse historias. Las religiones han jugado un rol significativo en la construcción del sentido de una sociedad. Y las ideologías a menudo se mueven en su lógica: verdades fundamentales como fundamento intocable. Es necesario disponer de narrativas compartidas para hacer comunidad. Y la política entra en abuso de poder cuando pretende imponerlas, es decir, convertirse en depositaria y validadora del auténtico relato.
En las sociedades contemporáneas, estas historias no pueden ser ni globales ni definitivas. Debemos acostumbrarnos a entender que la multiplicidad de fines (individuales y colectivos) pueblan el espacio social y suplen la gran finalidad exclusiva y de obligatoria observancia propia de los totalitarismos religiosos o laicos. Es el sentido de la sociedad abierta.
El futuro de la convivencia humana depende de que realmente conseguimos diferenciar el ámbito de lo convencional del ámbito de lo fundamental, de manera que se puedan pactar las reglas del juego colectivo sobre la base de la máxima libertad posible para todos sin que nadie desenfunde su fundamentalismo para echar contra los demás. Las democracias liberales han sido una forma razonable para posibilitar un alto nivel de diversidad y respeto. Y desgraciadamente, como ha dicho estos días el Instituto Varieties of Democracy de Gotemburgo, no puede decirse que vayamos muy bien. Su último informe dice que a finales de 2023 un 71% de la población mundial vivía bajo regímenes autocráticos. Diez años antes era un 48%. Estamos al nivel de 1985, cuando Gorbachov llegó al poder en Rusia.
2. Práctica. Es propio de estas fechas el ejercicio de realizar balance del año. Y es importante no pasar de largo aquellas señales más indiciarias de nuevas formas de dominación. Sin duda, este año la reelección de Trump es una advertencia ineludible. Además, viene iluminada por la figura de Elon Musk que, dejando de lado toda cautela, se ha puesto a marcar el paso y dirigir las operaciones del nuevo presidente para demostrar que ha llegado el momento de adaptar las instituciones a nuevas relaciones de poder fruto de una auténtica revolución en las dinámicas del capitalismo. Debemos agradecer a Musk que no tenga ningún escrúpulo, porque así no podremos argumentar ignorancia: el relato es concreto, hace tiempo que lo difunde a través de su poder mediático. Y tiene prisa, porque, como él dice, la democracia le molesta.
La incesante radicalización de las derechas europeas y americanas confirma que no es una fabulación de un millonario caprichoso. En este ambiente, la mano de Netanyahu arrasa en Oriente Medio con una dinámica destructiva fuera de cualquier noción de límites, y cada vez es menos noticia, avalado por la pasividad de las principales potencias mundiales Al mismo tiempo que China impone su presencia en la economía mundial. desde su singular autocracia, que Milei encabeza la lista de los incondicionales admiradores de Trump y que Putin busca construir puentes con la extrema derecha europea El informe del Instituto de Gotemburgo avisa: el autoritarismo postdemocrático se extiende imparablemente. Y Europa se debilita con la extrema derecha amenazando al poder incluso en Francia y Alemania. traidor.