El PP declara todos los días la guerra al catalán. La eurodiputada Dolors Montserrat llegó ayer a Catalunya para pasear su obsesión enfermiza contra la enseñanza en la lengua del país. Su viaje ha coincidido con el día en que el PP de las Islas Baleares, con la excusa de salvar los presupuestos, ha pactado con Vox dedicar 20 millones de euros a la segregación lingüística en las escuelas.
Éste es el PP del moderado Feijóo, el hombre del “bilingüismo cordial”, modalidad lingüística que, por lo que estamos viendo, da igual que la de Aznar, pero sin bigote. Sería importante que los políticos y empresarios de dentro y fuera de Cataluña que siempre clamen por la estabilidad política interiorizaran que mientras toquen el catalán nunca tendrán estabilidad ni, por supuesto, ninguna esperanza electoral en Cataluña, y que no podrán contar con Cataluña para ningún proyecto compartido.
Su diseño de España volvió a quedar claro la semana pasada, cuando Ayuso dijo que Valencia era el puerto de Madrid. Normal: desde las principales capitales de la Comunidad Valenciana, es más rápido ir en tren a Madrid que a Barcelona. El Estado se ha construido radialmente (el Corredor Mediterráneo, todavía en construcción, es una enmienda a la que España tuvo que someterse obligada por la UE), por lo que ahora vuelve aquella ilusión del eje de la prosperidad” firmado en Mallorca en 2004 por Aguirre, Camps y Matas. Se trataba de desactivar los intereses económicos, culturales y lingüísticos de los países de habla catalana, con un intento torpe y separatista de aislar a Barcelona. Ahora hacen igual, pero sin poner el mismo nombre, porque todo el mundo sabe que el eje de la prosperidad acabó siendo el eje de la corrupción.
