'Guerra y paz' a la catalana

1. No había dicho nada hasta ahora porque no me había terminado el libro. Lo empecé por San Juan y lo he acabado pasado Todos los Santos. Si he tardado tanto no es porque me hiciera bola, sino porque, por el contrario, he saboreado cada una de las cerca de mil quinientas páginas del libro más grueso que he decidido terminar. Como si fuera una receta médica, cada noche, antes de apagar la luz, leía un episodio deEl corazón furtivo, de Xavier Pla, sobre la vida de Josep Pla. Era la dosis diaria de placer, el premio al término de la jornada. El volumen se ha vendido como la biografía de Josep Pla. Y es, ciertamente, la más completa de todas las publicadas, pero es mucho más que eso. A través de la vida de uno de nuestros mayores prosistas, el libro es Guerra y paz. Es la historia de los primeros 75 años del siglo XX, de Cataluña, de España y de Europa. República, Guerra Civil, Guerra Mundial. De la vida pequeña a la historia al por mayor. Escrita a capas, y llena de ganchos que crean adicción, son muchas novelas de no ficción en una sola. Hay una de espías, hay amor –con cuernos y tomate–, hay de autoficción, hay novela de viajes, hay novela rural ampurdanesa y hay debe metaliteraria, para descubrir cómo se va construyendo un autor de primera categoría.

2. Xavier Pla tiene dos virtudes. Por un lado, escribe cómo los ángeles. Se ha injertado tanto de Pla (Josep) que ha adquirido su traza a la hora de empezar los capítulos, de espigar los adjetivos y de elegir los episodios concretos que aportan piezas al rompecabezas hasta conseguir un retrato completo del personaje . Por otra parte, el autor no tiene el síndrome de Estocolmo. La fascinación por Josep Pla, después de media vida de investigación sobre el autor de Llofriu, no le lleva a escribir una hagiografía azucarada, valga la redundancia. Por el contrario, el Plan que plagiaba artículos no sólo se explica sino que se demuestra. Al igual que su estrecha colaboración con el franquismo o su papel, más desconocido, de agente doble durante la Segunda Guerra Mundial. O el alcoholismo, tan presente, o los deseos íntimos de última hora. Todo está reflejado, por incómodo que sea. Xavier Pla no se casa con nadie, explica los hechos. No juzga. Y ésta es la gran aportación a la literatura ya la historia de este libro fundamental.

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3. Josep Pla llevaba, hasta ahora, muchas etiquetas encima, y ​​la investigación de Xavier Pla ha ido mucho más allá de las cuatro lufas que a menudo nos sirven para clasificar a personas y escritores cuyos clichés se perpetúan. El profesor de literatura de la Universidad de Girona podía haber quedado enterrado por el alud de documentación y ha sabido huir de ese peligro. Ha tenido acceso a tantísima correspondencia de Josep Pla con todo dios –amantes, editores, amigos, políticos–, y ha descubierto tantas cosas del personaje que el riesgo era querer albergarlo todo. En cambio, ha sabido distinguir el grano de la paja, publicar lo fundamental y dejar que se intuyera todas las “cojonadas” que podrían hacernos perder el hilo. Josep Pla sabía, como cronista de observación afilada y frase perfecta, que la pequeña historia es la buena. Xavier Pla, en eso, también sobresale. Después de seis meses de lectura, después de disfrutar de las 1.447 páginas, ¿qué queda de Josep Pla, más allá de ese friso de un pasado reciente que todavía nos marca? La esencia del personaje es la de un hombre al que le interesaban cuatro cosas por encima del resto: él, su obra, las mujeres y el dinero. Quizás, más o menos, como todo el mundo.

4. La semana pasada, Xavier Pla recibió el premio Zenda de ensayo por su libro sobre Josep Pla. No es lo primero que recibe por esta obra magna. No será el último. Todos más que merecidos. Si esto fuera Nueva York, habría ganado al Pulitzer. Por suerte, no estamos en Estados Unidos.