Podemos, Junts y el cuanto peor, mejor

Desde hace un tiempo, Podemos se ha instalado en uno de los lugares comunes de la antipolítica, que es el del cuanto peor, mejor. Es un clásico del repertorio perdedor de la izquierda, y también del independentismo: consiste en culpar a aquellos con quienes se comparte espacio político e ideológico (y, por tanto, aquellos con quienes en teoría debería tenerse más afinidades y capacidad de establecer diálogos y alianzas) de los fracasos que uno mismo prepara. Los políticos y los partidos que actúan así no parten de la realidad, sino de eso que ahora llaman el relato, pero que perfectamente podemos llamar la murga. Veamos cómo opera.

La murga de Podemos es que Junts es un partido de extrema derecha, tan racista y tan xenófobo como Vox o como el PP más extremo. A partir de ahí, la murga también indica que el gobierno de España se ha arrodillado por delante de Junts con concesiones racistas intolerables, cuando en realidad de lo que se está hablando es de la transferencia de una competencia desde el Estado hacia una comunidad autónoma. Lo interesante para Podemos es que en el gobierno está el PSOE y, sobre todo, Sumar, que son su verdadero objetivo. Han hecho el cálculo que perjudicando a los dos partidos del gobierno de coalición, y muy especialmente a Sumar, ellos pueden salir beneficiados. Para conseguirlo, entienden que hay que machacarse el pecho y utilizar un lenguaje insultante y tabernario: todo es pura gesticulación crispada, chapucera e infantil. Debemos sumar, por si fuera poco, las tirries personales: Pablo Iglesias, que actúa como ideólogo, está resentido con Pedro Sánchez y con Yolanda Díaz, no necesariamente por este orden, e Irene Montero e Ione Belarra recogen este resentimiento y lo convierten en (mala) praxis política. Iglesias empezó el curso político yendo por las tertulias avisando de que si se cae el actual gobierno de España no será culpa de Podemos. Crear un rumor sobre ti mismo y desmentirlo tú mismo también es otra práctica propia del politicastro abonado al cuanto peor, mejor.

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Este tacticismo se basa en ciertos hechos que son magnificados o distorsionados a conveniencia. Por ejemplo, es cierto que las encuestas prevén una fuga importante, o muy importante, de votos de Junts hacia Aliança Catalana, y es también cierto que Junts ha votado repetidamente contra iniciativas del gobierno de España (la reducción de la jornada laboral, la regulación de los alquileres, etc.) junto al PP y de Vox: exactamente igual que Podemos vota junto al PP. Las gesticulaciones de Junts suelen buscar el desgaste de ERC: la murga, en este caso, dice que los republicanos se han arrodillado frente a Pedro Sánchez, mientras que los posconvergentes son de piedra picada. La realidad es que la posibilidad de que Puigdemont pueda volver a Catalunya pasa necesariamente por que se mantenga el actual gobierno en España. Las sobreactuaciones, el lenguaje de chulos baratos y el infantilismo tienen el problema que acaban provocando colisiones imprevistas. Y absolutamente estériles, por supuesto.