Laporta: una foto que da vergüenza

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Es una auténtica lástima que todas las ganas y la calidad que Jan Laporta puede aportar como nuevo presidente del Barça no se vean reflejadas en su junta.

Con gran sorpresa he visto en la prensa la foto del flamante nuevo presidente con sus compañeros de proyecto: son 19, entre los cuales solo hay una mujer, Elena Fort, que además estará al frente del área social, un campo relativamente secundario, mucho menos relevante que otras áreas, como la económica o la deportiva. Hacía mucho tiempo que no veía una foto así, tan llena de hombres de piel blanca, de mediana edad, todos vestidos igual, con traje oscuro y corbata. Y para más inri, la representante femenina va de rojo, lo cual destaca su singularidad todavía más. Claramente es la excepción que confirma la regla.

La directiva de Joan Laporta

Llevo 22 años en Londres y por trabajo estoy mucho en contacto con los Estados Unidos: dudo mucho que en estos dos países a alguna empresa u organización se le ocurriera formar una junta tan poco diversa, tan increíblemente machista. En pleno siglo XXI creía que esto ya no pasaba, que era cosa de un pasado nada igualitario del cual todos nos avergonzamos y que los gobiernos y la mayor parte de la sociedad civil queremos dejar atrás. Una junta así ni es representativa ni es justa, y seguramente tampoco será eficaz.

Vamos por partes:

1. Poco representativa. El Barça es una entidad grandiosa que da ejemplo en Catalunya y en todo el mundo, llevando por bandera valores como el deporte y la libertad –valores que el club ha defendido siempre y que nos han llenado de orgullo, especialmente en las épocas más difíciles de nuestra historia–. Pero ahora, ¿qué ejemplo nos da esta foto? ¿Es realmente un reflejo de la sociedad catalana, que creemos abierta, plural, moderna y avanzada? ¿Es este el ejemplo que el Barça quiere dar a las muchas asociaciones del país y a todos los niños y no tan niños que miran al club en busca de referencias y ejemplo?

Esta foto, lamentablemente, legitima un machismo flagrante, que otras muchas instituciones pensarán que es aceptable: si el Barça lo hace, nosotros también. Y atrás quedará el trabajo de muchas mujeres y hombres que han luchado por la igualdad durante décadas. ¿Tanto de esfuerzo para qué?

Y no solo es el colectivo femenino el que ha quedado prácticamente excluido de la junta de Laporta: la sociedad civil catalana afortunadamente es mucho más diversa que el colectivo sociodemográfico de la foto: ¿dónde están la sabiduría y la experiencia que pueden aportar la gente mayor? ¿Y el futuro representado por los más jóvenes? ¿Y los que crecieron en un país extranjero, que tanta perspectiva nos podrían ofrecer, especialmente en una entidad fundada por un suizo y que debe una buena parte de sus éxitos a un holandés? Y las personas que no son blancas, ¿no tienen lugar?

El Camp Nou, así como la sociedad catalana y europea, cada vez es más diverso. La foto de la grada no se asemeja en nada a la foto de la junta. Esto es una lección que las empresas más avanzadas del mundo ya han aprendido, y que intentan corregir haciendo esfuerzos para que sus órganos de gobierno reflejen el público al cual se dirigen. Parece que esta corriente todavía no ha llegado a una de las principales instituciones de nuestro país.

2. Poco justa. En la biografía de los miembros de la junta leo que hay amigos de infancia, presidentes y propietarios de empresas. No tengo ninguna duda de que Laporta tiene amigos y contactos altamente cualificados, pero es sospechoso que la gran mayoría sean hombres, blancos y de mediana edad: ¿qué esfuerzo ha hecho para dar oportunidad a personas de fuera de su ambiente? ¿Es un talento que por un motivo u otro no ha tenido la oportunidad de conocerlo o de destacar? ¿Es justo que la junta de una institución tan importante se limite a amigos y conocidos del nuevo presidente? En los países anglosajones las empresas de cazatalentos buscan candidatos para las juntas de empresas privadas, y se ocupan mucho de aportar diversidad. Formar una junta a dedo, sin ir a buscar talento allá donde la experiencia propia no llega, no se ve nada profesional.

3. Poco eficaz. Hace muchos años que un gran número de estudios académicos concluyen que los equipos más diversos toman mejores decisiones. Hay grupos que ya ponen en la firma de los emails que hacen todo lo que pueden para evitar el groupthink, o pensamiento único: se ha demostrado que las decisiones de un grupo donde la mayoría de miembros piensan igual acostumbran a ser peores porque nadie cuestiona nada, lo cual abre la posibilidad de que una idea mala se abra paso sin que nadie diga nada. Los grupos donde los miembros son socialmente y demográficamente parecidos en general carecen de creatividad, puesto que los representantes acostumbran a pensar de manera similar. El grupo, pues, no tiene la frescura de las personas con perfiles y experiencias diferentes. Esto lo hace más predecible, más cerrado y, en consecuencia, menos eficaz.

Aparte de todo esto, lo que tampoco puedo entender es como la foto no ha levantado polvareda –¿dónde están las mujeres con voz de nuestro país, por qué no ha habido alboroto?–. Espero que no sea porque la foto, en el fondo, sí que es un triste reflejo de nuestros tan poco variados núcleos de decisión y poder.

Elena Moya es autora de 'Les oliveres de Belchite', 'La maestra republicana' y 'La candidata' (Suma de Letras / Penguin Random House).

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