Macron, Biden y el pánico

La victoria del RN de Le Pen en Francia y la penosa intervención de Joe Biden en el debate con Donald Trump en EEUU han encendido las alarmas en las fuerzas demócratas de ambos países. Ha sido el resultado inmediato de decisiones personales de ambos líderes. Emmanuel Macron decidió, sin consultar ni al primer ministro Attal ni al ministro de economía Le Maire, convocar elecciones, pensando probablemente que ante Le Pen el resto de partidos apoyarían su proyecto. No previó la formación del Nuevo Frente Popular (NFP) y los macronistas se han hundido hasta el tercer puesto con algo más del 20% de votos.

En EEUU un editorial del New York Times ha pedido que Biden se retire, y también lo ha hecho el Financial Times, porque se desvanece la posibilidad de que en noviembre gane en Trump. Ni el apoyo a Biden de 16 premios Nobel de economía será suficiente. El Wall Street Journal detalló la fragilidad del actual presidente, un anciano al que no se puede dejar conducir. Aunque Biden ganara, sería un presidente débil, nadie puede imaginarlo en un cara a cara con Putin, por ejemplo. ¿Cómo es posible que ahora todos vean que Biden no está capacitado cuando ya había una multitud de indicios previos? No es una sorpresa para los versados ​​en la teoría de juegos: antes del debate todo el mundo sabía que Biden tenía problemas, pero no todo el mundo sabía que todo el mundo lo sabía. El debate lo ha dejado claro, ahora es conocimiento común y no puede esconderse. Otra cosa es que los mecanismos e intereses de partido no permitan que se reconozca de puertas afuera.

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El comportamiento económico tanto de EE.UU. como de Francia no ha sido malo. Ambos países están en mínimos en el nivel de desempleo de hace muchos años y ambos muestran un notable dinamismo tecnológico e innovador. EEUU, con las grandes plataformas digitales y ahora con la inteligencia artificial (IA). Y Francia no se queda atrás. Macron ya diseñó un plan para fomentar la IA en 2018, el país ha logrado implantar start-ups exitosas como Mistral, y es líder en el sector del lujo, superando la exportación de toda la agricultura francesa. Sin embargo, en ambos países la inflación ha castigado a las capas de la población más desfavorecidas con una fuerte subida del nivel de precios. Ésta es una de las razones de la desafección con Biden de muchos trabajadores, bien aprovechada por Trump en el debate, cuando apuntó que la inflación la generó el excesivo estímulo económico del presidente. Tampoco es casual el rechazo del mundo rural, en ambos países y en Francia en particular, de las tasas sobre los combustibles fósiles. A Macron se le ha reprochado favorecer a los ricos y descuidar la redistribución (aunque Francia tenía en el 2022 un gasto social del 24% del PIB mientras que el de la UE estaba por debajo del 20%). Macron gastó un enorme capital político en subir la edad de jubilación de los 62 a los 64 años, un alza impopular aunque razonable para la sostenibilidad de las pensiones. Tanto el RN como el NFP quieren revertirla, así como reintroducir el impuesto a la riqueza. El NFP plantea además importantes subidas de impuestos y del salario mínimo.

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A unas horas de la segunda vuelta de las elecciones francesas el escenario más probable parece ser un Parlamento sin una mayoría clara. El segundo escenario sería un Parlamento con mayoría del RN, lo que puede generar mayor inestabilidad económica por el posible aumento del déficit y de la deuda (en 2023 del 5,5% y del 110% del PIB respectivamente). Si hubiera inestabilidad (recordemos la que generó el plan fiscalmente irresponsable de Lizz Truss en Reino Unido), sería interesante ver cuándo y cómo el Banco Central Europeo intervendría para controlar la prima de riesgo de Francia en relación con Alemania, parámetro crucial del estabilidad del euro.

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Francia y EEUU se parecen. No es casualidad que los movimientos populistas de derecha extrema se hayan hecho fuertes en ambos países en una dinámica de oposición de ciudad y campo, de apertura al mundo o cierre y resentimiento. Todo esto en un contexto en el que los partidos tradicionales se han perdido en guerras culturales y no han sabido dar respuesta a las preocupaciones de buena parte de la población, la menos beneficiada por la globalización. La cuestión es cuánto va a durar el ciclo populista. En Reino Unido parece haberse agotado después de un período de gobierno conservador de gran incompetencia y el fracaso del Brexit (que ahora parece que los británicos ya no quisieran). Quizás esa era la idea de Macron, que el RN gobernara y demostrara su incompetencia. Ha sido una apuesta muy arriesgada que puede llevar a una inestabilidad como en la IV República en el período 1946-1958. Europa sufriría con una victoria del RN con mayoría absoluta el 7 de julio, y EEUU y el mundo sufriría con una victoria de Trump en noviembre, aún más después de la inmunidad otorgada por el Tribunal Supremo por "actos oficiales". Las decisiones personales de los líderes políticos tienen sus consecuencias.