'Marimachistas' silenciosos

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Jugadoras de la selección española, durante el calentamiento previo a la final del Mundial.

Cuando era pequeña, mis compañeros de escuela me llamaban marimacho porque jugaba al fútbol, quizás mejor que muchos de ellos. Seguramente era la respuesta de un grupo de niños que se veía amenazado por las ganas y el talento de una persona que no quería aceptar unas normas sociales que no tenían nada de natural y que básicamente cuestionaba su monopolio. No es ninguna sorpresa que terminara en Inglaterra, vía una beca Fulbright en Estados Unidos, donde he encontrado buenas oportunidades laborales y donde he podido jugar al fútbol durante 25 años. Inglaterra se ha beneficiado de las miles de libras que he pagado en impuestos todos estos años; España, no.

Lamentablemente, los mismos prejuicios y discriminaciones que provocan pérdida de talento siguen muy presentes en la sociedad española. Del beso, reacción y gestos de Rubiales tras el Mundial ya lo ha dicho todo y de forma magistral Nadia Tronchoni en un artículo. De lo que todavía no se ha hablado tanto es de cómo y por qué se ha perdido una oportunidad de oro para enviar mensajes positivos y reivindicativos, y no solo reactivos, a un triunfo deportivo y a unos hechos deplorables.

Todavía espero ver o escuchar programas especiales, antes y después de que España ganara el Mundial, donde me cuenten la historia de todas y cada una de nuestras campeonas. ¿De dónde son? ¿Cuánto les ha costado llegar dónde están? ¿Qué cambiarían? ¿Cuáles han sido los mejores y peores momentos? También esperaba un buen análisis técnico. ¿Cómo cambió el equipo después de la derrota con Japón? ¿Qué efecto tiene el hecho de que más de la mitad de las jugadoras sean del Barça? ¿Qué lecciones nos da el fútbol femenino (por ejemplo, en cuanto a menor violencia y pérdidas de tiempo), sobre todo después de ver el vergonzoso Getafe-Barça de hace unos días? ¿Cómo es el rival? ¿Cómo ganarlas? ¿Qué se puede mejorar del equipo? ¿Cuál es la historia del fútbol femenino en España? ¿Y en el mundo? ¿Y quiénes son las pioneras? ¿Podemos escucharlas? ¿Qué tienen que decir? ¿Cuál es el país con una liga de fútbol femenina más potente? ¿Cómo lo han hecho y qué podemos aprender? ¿Cómo es el fútbol femenino en las escuelas?

Quizás de forma inocente, esperaba, a nivel general, una cobertura mediática de calidad antes y después de la final. Pero no lo he encontrado porque los grandes medios de comunicación están todavía muy controlados por hombres, a menudo desconocedores del fútbol femenino o con pocas ganas de quitar protagonismo al fútbol masculino. El domingo por la noche, y con ganas de escuchar el análisis que El larguero de la Cadena SER hace en las grandes ocasiones, tuve que tragarme el análisis del Atlético-Betis y toda la rueda de prensa de Simeone antes de oír repetido lo que ya había escuchado toda la tarde: nada nuevo. Durante toda la semana, tuve que escuchar horas y horas sobre dónde jugará Mbappé esta temporada o sobre si Neymar se va a Arabia Saudí en vez de una previa interesante a una final histórica.

Como guinda, la celebración, el lunes, en Madrid, fue bastante absurda: presentada por un hombre –naturalmente–, las futbolistas compartieron su euforia, pero nadie incluyó en el script ninguna reflexión sobre la importancia y las consecuencias de lo que se había conseguido y, sobre todo, de lo que aún queda por hacer. Las inglesas aprovecharon mucho mejor una ocasión similar el año pasado: después de conseguir el campeonato europeo, una a una desfilaron por Trafalgar Square en Londres, donde Ally Scott, una exfutbolista, mezclaba preguntas graciosas e importantes cargadas de mensajes tan positivos como reivindicativos. Esto ayudó a que los medios ingleses se volcaran este año con su selección, en la victoria y en la derrota: el delantero del Manchester United Marcus Rashford salió con la camiseta de su compañera de club y delantera inglesa Ella Toone, y, como él, muchos futbolistas y entrenadores de la Premier han enviado mensajes de apoyo durante todo el mes. En cambio, solo he visto a los clubs y futbolistas españoles felicitar a las ganadoras después de la victoria; como la Corona, se apuntan fácilmente a la foto del éxito.

El fútbol femenino y el feminismo han conseguido mucho, pero aún queda mucho más por conseguir. Todavía hay miles de marimachistas que creen que Rubiales no debe dimitir (en Inglaterra ya lo habrían fulminado), o que piensan que es normal que no se deje de hablar de la Liga masculina para hacer programas especiales después de conseguir un Mundial. Estos gatekeepers son mayoritariamente hombres, que sin ser tan chapuceros como Rubiales, y en silencio, igualmente ponen palos a las ruedas del feminismo y del fútbol femenino. Todos debemos seguir el ejemplo de estas campeonas futbolísticas y morales y exigir cambios para aproximarnos a la igualdad.

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