Morad, Lamine Yamal y los otros catalanes
La joven promesa del Barça Lamine Yamal nació en Mataró, ha crecido en el barrio de Rocafonda y es hijo de madre guineana y padre marroquí, denunciado por hacer frente al racismo de Vox durante la campaña municipal del 2023. El también joven azulgrana cedido al fútbol inglés Ansu Fati se instaló en Catalunya después de crecer en el pueblo sevillano de Marinaleda, donde su padre pudo reagrupar a la familia desde Guinea Bissau gracias a la ayuda del alcalde comunista Juan Manuel Sánchez Gordillo. El cantante de trap Morad, famoso por su música y sus conflictos con la policía, es hijo de inmigrantes marroquíes pero nació en L'Hospitalet y creció en el barrio de la Florida.
Yamal, Fati y Morad son, como muchos alumnos de nuestras escuelas e institutos, hijos de lo que el demógrafo Andreu Domingo llama la “tercera ola” migratoria que ha vivido la Catalunya contemporánea. Entre 2000 y 2023 se contabilizan cerca de dos millones de personas llegadas del extranjero y decenas de miles del resto de España en una ola que se caracteriza y diferencia de las dos anteriores –del primer tercio y la segunda mitad del siglo XX– justamente por su internacionalización. Pero el reto es el de siempre: la integración, que requiere antes la visualización social.
Yamal, Fati y Morad son nombres de una juventud que ya no espera y que, en clave de cohesión social, es imprescindible poder conectar con la idea de los otros catalanes y el legado del escritor Paco Candel (Casas Altas, 1925 - Barcelona, 2007). El autor de Els altres catalans, estudio publicado en 1964 con un éxito que llevaría a una veintena de ediciones, fijó el retrato y el relato de la inmigración en nuestro país: tres millones de personas que entre los años cincuenta y setenta emigraron a Catalunya, sobre todo desde zonas rurales del resto de España, huyendo de la miseria y la represión de la dictadura y con la esperanza de trabajar y vivir mejor. La misma esperanza de los que llegan ahora.
Candel era hijo tardío de la primera ola migratoria –llegó con dos años de la comarca valenciana castellanohablante del Rincón de Ademuz a la Barcelona que preparaba la Exposición de 1929–, pero en los barrios de la Zona Franca donde el escritor creció y vivió siempre convivió con la gente de la segunda ola. Para miles y miles de personas, el destino fueron chabolas como las de Montjuïc o barrios como el de Can Tunis, el de Puerto o el de las Viviendas de Seat. O el de la Florida de L'Hospitalet (de donde es Morad) y el de Rocafonda de Mataró (de donde es Lamine Yamal). Barrios con una historia obrera y vecinal combativa y una morfología social y urbanística compleja que se remonta a su crecimiento con la inmigración procedente, entre otros, de pueblos andaluces como Marinaleda (de donde es Ansu Fati).
Las historias de Yamal, Fati, Morad y de tantos jóvenes que ya no esperan no podrá escribirlas el Candel que debutó en 1956 con Hay una juventud que aguarda. Hoy es Najat El Hachmi –nacida el 1979 en Nador y catalana que ha crecido en Vic desde los ocho años y ha ganado los premios de novela Ramon Llull, Sant Joan y Nadal– quien puede recoger y actualizar mejor el espíritu del autor de Donde la ciudad cambia su nombre, Han matado un hombre, han roto un paisaje o Ser obrero no es ninguna ganga. No es casualidad que El Hachmi debutara en el 2004 con el libro Jo també sóc catalana ni que prologara una edición de Els altres catalans después de morir Candel.
Hay que entender y vindicar la inmigración y las clases subalternas como sujetos de la catalanidad, las libertades y la democracia. Ese mínimo común denominador compartido por el PSUC y CCOO o la Iglesia de base y el entorno del pujolismo es un hilo rojo que Yamal, Fati, Morad y todos los jóvenes (y no tan jóvenes) tienen el deber y la necesidad de conocer. Para saber, por ejemplo, qué hizo Candel en el barrio de la Florida cuando el escritor fue concejal comunista en L'Hospitalet, en 1979. O para descubrir el reportaje Volem un camp de futbol en la revista Serra d'Or de 1963 y el nexo que Candel tenía con el Barça de las Cinco Copas que canta Serrat de “Basora, César, Kubala, Moreno y Manchón”.
Candel no solo entendió en Can Tunis que el deporte puede vertebrar un barrio, como ocurre en la Florida de Morad y en tantos otros lugares. También comprobó que alguien famoso de origen migrante como Manchón podía ser un pasaporte social y cultural. Candel conocía al jugador del Barça, originario de Lorca, porque habían compartido escuela y campos polvorientos. Y fue justamente Manchón quien facilitó a Candel el contacto con el editor Josep Janés para publicar su opera prima Hay una juventud que aguarda.
Yamal, Fati, Morad y toda la generación que ya no espera, o las generaciones anteriores, tengan el apellido o etiqueta que tengan, ¿saben quién es Candel o lo han leído? No es solo el padrede los otros catalanes, sino el máximo exponente de la idea de que es catalán todo el que vive y trabaja en Catalunya. Es necesario transmitir este legado para recordar que las personas migrantes y de clase trabajadora no son los otros, sino nosotros.