En la muerte de Xuan Bello
Ha muerto Xuan Bello, gran escritor en lengua asturiana, gran escritor de nuestro tiempo en cualquier lengua, a los sesenta años. Ha muerto, como suele decirse, de forma inesperada, y eso es coherente con él, porque nunca escribió, ni pensar, ni decir, nada previsible. Esto se constata en sus libros, en los que la sorpresa, lo inesperado, estaban al acecho como en la máxima de Borges: "He dicho deslumbramiento donde otros dicen costumbre". Sin embargo, no buscaba el deslumbramiento gratuito, el golpe de efecto fácil: el deslumbramiento en las páginas de Xuan Bello respondía al prodigio del hecho mismo de vivir. Un prodigio trágico, la dolida maravilla del vivir. El deslumbramiento, en la cabeza de la calle, por decirlo como otro gran poeta, Jordi Sarsanedas.
Xuan Bello ha sido un autor líder del surdimientu de las letras asturianas, una responsabilidad que él a ratos asumía como un honor, a ratos como un peso, siempre con una sabiduría literaria desgarradora y un sentido del humor corrosivo y contagioso. Su Historia universal de Paniceiros, un conjunto de relatos que configuran una especie de novela sobre un mundo concreto que se convierte en mítico, es un emblema y uno de los libros más importantes de las letras hispánicas (Bello creía en la idea de las letras hispánicas como un lugar de encuentro de las lenguas y culturas de la península Ibérica, era iberista). Podéis leer este libro en catalán en traducción de Jordi Raventós, que también, como editor del sello Adesiara, ha publicado otros dos libros de Bello, igualmente recomendables: La nieve y otros complementos circunstanciales, y Varias cosas bonitas. Otro otro, Incerta historia de la verdad, fue publicado en catalán por el sello Rata, en traducción de Jordi Llavina.
El asturiano es una lengua hablada por unas cuatrocientas mil personas, y Xuan Bello demostró en España, y en el mundo, la plena dignidad de una lengua pequeña, minorizada y menospreciada hasta el punto de no tener, cuando él empezó a escribir, ningún tipo de estatus legal (todavía hoy está todo por hacer, en este sentido). Muchos no la consideraban ni una lengua: la llamaban, y la llaman, bable, un balbuceo, un bla bla. Xuan Bello abrió camino y hoy el asturiano literario es una realidad pequeña pero brillante y valiosa, con autores y autoras excelentes y diversos. Lo hizo sin llorar nunca, sin dar lecciones a nadie, sin aspavientos de salvapatrias, con una idea de la vida irónica, pragmática, sagaz. Buscando en las redes, he topado con un programa de TV3, La hora del lector, en el que Emili Manzano, a partir de un comentario que hacía Carlota Subirós de un libro de Hélène Cixous, nos preguntaba a Xuan Bello ya mí por la idea de la lengua como refugio. "Refugio, sí, pero poroso", respondía Xuan Bello. "Me gustan las identidades pasaporte, por eso estoy muy contento con mi identidad asturiana, que me permite adquirir otras. La vida de una persona es una colección de identidades". La colección de Xuan se ha cerrado aquí, y el conjunto es una fiesta a la que estamos todos invitados.