

Cuando tienes que ir a una comisión de investigación del Congreso a negar la evidencia, es decir, que existió la Operación Catalunya y que sales retratada, siempre te queda hacerte la ofendida con formas de personaje deLa Verbena de la Palomay exhibir el dominio de la técnica dialéctica de la verborrea por KO que es la especialidad de Alícia Sánchez Camacho para que parezca que las devuelve todas. Bien, hay otra, de especialidad, que es la del mundo al revés, y afirmar que la única Operación Catalunya fue el Proceso. Hay precedentes históricos: los tribunales de Franco acusaron de rebelión a todos aquellos que se mantuvieron fieles al gobierno de la República. Si lo quieren más moderno, Trump y sus imitadores acusan a los demás de lo que hacen ellos. En psicología, a esto se le llama proyección.
El día en que la fiscalía presentaron la querella contra el gobierno de la Generalitat por la consulta del 9-N del 2014, Sánchez Camacho acudió por la mañana a la tele y dio la primicia de cuáles serían los términos de la acusación. Afinó bastante. Probablemente eran fiscales de confianza.
Y ese fue el problema: incapaces de dar una respuesta política a millones de personas manifestándose y votando, y los gobiernos de Rajoy activaron las cloacas primero y los tribunales después, con lo que el problema que se planteaba desde Catalunya no sólo no desaparecía sino que se iba haciendo mayor. Luego, la turpitud ha quedado bastante repartida, pero con esa incapacidad por el diálogo político empezó todo. No sé si Sánchez Camacho es "mucho más lista de lo que parece", pero sin duda no puede autocalificarse de ciudadana de segunda.