¿Cuántas muertes más se necesitarán?

Todas las muertes son dolorosas. Las muertes evitables lo son aún más. Estos días estamos viendo cómo vecinos de nuestro mar son asesinados y masacrados en un genocidio inaceptable. Dolor y rabia. La DANA nos trae ahora las muertes de los de casa, los vecinos y vecinas de la Valencia metropolitana. Mucho dolor y mucha rabia. Es difícil escribir cuando las personas muertas superan las doscientas, cuando todavía hay tantas desaparecidas y cuando todavía hay tantas villas embarradas. Dolor, silencio, emoción y toda la solidaridad y empatía. E indignación. Pero hay algunas cosas que ya se sabían y es necesario recordarlas.

1. Debemos restaurar la matriz ambiental. Hemos llenado cauces, barrancos, llanuras inundables y espacios litorales, hemos construido infraestructuras que bloquean el curso del agua y nos hemos quedado tan anchos. El modelo económico basado en el ladrillo y el turismo no permitía matices. Ahora es necesario empezar a deconstruir, despavimentar, realojar, restaurar ecosistemas, repensar infraestructuras, respetar las zonas inundables… Será caro y doloroso. Personas de buena fe que compraron casas en medio de una riera tendrán que moverse. Rendistas, fondo buitre y especuladores de todo tipo tendrán que cambiar de negocio o de país… ¿Cuántos muertos más se necesitan para empezar?

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2. Debemos rediseñar y adaptar nuestras ciudades para que sean resilientes ante la intensificación de los fenómenos meteorológicos extremos y del calor. Desde la perspectiva ecológica, la resiliencia es la capacidad de un sistema de sobreponerse a las perturbaciones sin alterar significativamente sus estructuras y funcionalidad, con el objetivo de volver a su estado original una vez la perturbación ha terminado. Con una perspectiva de perturbaciones más severas y más recurrentes, no podemos seguir por igual. La resiliencia genera una nueva perspectiva no vinculada a la solución de los impactos ambientales al final de la línea, sino a la incorporación de criterios para la prevención y la integración en el proceso de planificación, construcción y gestión de la ciudad. Esto debe permitir desarrollar proyectos urbanos con un mayor grado de adaptación ante las incertidumbres y los efectos ciertos de la crisis climática (orientados, por tanto, a la generación de estructuras flexibles, redundantes, modulares, implantando soluciones basadas en la naturaleza , priorizando los sistemas de gestión adaptativa y de respuesta rápida y modulable).

3. Debemos trabajar unos mejores sistemas de protección civil basada en la gestión del riesgo. Esto requiere formación, información y sistemas de avisos y alertas. La ciudadanía debe conocer perfectamente los riesgos a los que está expuesta (incendios en las urbanizaciones, oleaje en la costa, ventoleras, tormentas, calor...). Debe saber hasta qué punto es vulnerable según la capacidad de respuesta de las administraciones y debe saber cómo debe gestionar los riesgos, cómo actuar ante los avisos y cómo autoprotegerse. Las administraciones públicas deben realizar su trabajo: coordinándose, exigiendo más a los operadores de los servicios públicos, reduciendo la vulnerabilidad con inversión, formando e informando. Evaluar y actualizar los planes de prevención es muy importante para ordenar la respuesta a la emergencia; avisar a tiempo, como se ha visto, es determinante. Una empresa no puede funcionar sin buen plan y programa de riesgos laborales. Debe poner los medios para minimizarlos y formar a las personas para protegerse. Como sociedad debemos hacer lo mismo. ¿Cuántos muertos más harán falta?

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4. Debemos estar a la vanguardia de la descarbonización para poder exigir a los demás que hagan todo lo necesario para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. El Mediterráneo es una de las regiones más vulnerable a efectos del cambio climático, que está haciendo más recurrentes y más intensos fenómenos meteorológicos que no son nuevos... Tan nocivo es el negacionismo como el retardismo. Necesitamos una aceleración radical de la transición energética y la rápida implantación de energías renovables; de transporte colectivo y activo eficiente; de reutilización y reciclaje de materiales a gran escala y de reducción de la generación y reciclaje de residuos. Es necesario un cambio radical en el sistema alimentario y el sistema productivo. Poner fin a los beneficios basados ​​en los combustibles fósiles. Quien ha contaminado que pague y que deje de contaminar. Garantizar que no existen nuevas inversiones fósiles. No ser cómplices. Pensar un modelo territorial y económico que no requiera ampliar infraestructuras fósiles, que no se base en el consumo infinito de materiales. Hay que asegurar unas condiciones de vida y vivienda dignas para las personas jóvenes y las personas mayores… Está dicho, está demostrado: ¿cuántas muertes serán necesarias para que esté hecho?