Òmnium: el futuro es ahora

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Òmnium:  el futuro es ahora

Hay que felicitar a Òmnium Cultural por su 60º aniversario. No solo ha demostrado una longevidad brutal, sino que llega a este hito como la entidad cívica con más socios de Catalunya, alrededor de 180.000. Es una cifra inaudita, y esto nos tiene que enorgullecer, pero también nos tiene que hacer ver que, como siempre en nuestra historia, la sociedad civil tiene que prestar unos servicios que, en condiciones normales, serían responsabilidad del sector público. Hace cuarenta años que tenemos autonomía, pero es evidente que la Generalitat no tiene las herramientas ni los recursos para defender de forma eficaz nuestra lengua y nuestra cultura. Solo un estado plenamente soberano, con capacidad de imponer las reglas del juego a los operadores privados, lo podría hacer. Por eso el trabajo de Òminum continúa siendo tan necesario, y por eso tiene tantos adeptos.

Algunos intelectuales de izquierda han censurado el origen burgués de Òmnium, se han reído de su antifranquismo con corbata. Yo, al contrario, me alegro de que en la Catalunya del franquismo, donde campaban los oportunistas, los conversos y los indiferentes, existiera un grupo de burgueses que, bajo el riesgo de buscarse problemas con el régimen, gastara tiempo y dinero en fomentar la edición en catalán y la formación de las primeras hornadas de maestros, en un momento en que nuestra lengua estaba proscrita en las escuelas. Ojalá hubiera habido más. Ojalá su compromiso impregnara con idéntica fuerza el comportamiento de Foment del Treball, por ejemplo. Afirmar esto no implica restar ni una migaja del mérito que tuvieron las fuerzas de izquierda y los sindicatos que lucharon con fuerza para impedir que el virus del lerrouxismo rebrotara entre una masa obrera formada, en gran parte, por grandes contingentes de inmigrantes que no tuvieron ninguna oportunidad de conocer la realidad nacional de su tierra de acogida.

Òmnium ya no es una entidad burguesa, sino una organización de masas, capaz de movilizar energías de origen muy diverso, con un espíritu siempre integrador, cívico y pacífico. Su compromiso con el soberanismo es una consecuencia lógica de su defensa de nuestra realidad nacional. Ha sido un compromiso ejercido sin caer en el partidismo, sin señalar traidores, con una voluntad sincera de interpelar al conjunto de la sociedad. Este hecho tiene una relación directa con los liderazgos de Muriel Casals y de Jordi Cuixart, cuyo talante brilla más que nunca en estos momentos en que una parte del independentismo se consume en una estúpida cruzada contra los enemigos de todo tipo. Contra el impulso sectario de los puristas, Òmnium continúa siendo un punto de encuentro, tanto para los coincidentes como para los discrepantes.

Para celebrar este aniversario, oso pedir a los actuales dirigentes de Òmnium que, sin renunciar a su compromiso político, recuerden la importancia de trabajar por la lengua en el día a día, con las herramientas disponibles y con el espíritu integrador de siempre. El futuro del catalán está en juego ahora, y no podemos esperar a la independencia para ponerle remedio. En este sentido, querría que Òmnium se implicara a fondo en el debate sobre el futuro de Tv3 y del sector audiovisual, que es el verdadero campo de batalla de la lengua catalana, y que es víctima de dilaciones intolerables por la torpeza de nuestros políticos.

Durante el franquismo, Òmnium pensaba en el futuro, pero gestionaba su presente con adversidades mucho más pesadas que las actuales, dando valor a cada pequeño paso adelante, a cada pequeña victoria. Del mismo modo, el Òmnium de hoy tiene que encontrar tiempo y energías para impedir que el bosque le prive de ver los árboles.

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