Las preguntas han cambiado. La primera es sobre las vacaciones (¿Cuántas? Más! ¡Cuando yo quiera! Siempre!). También piden por la plaza de parking (¿dónde está la mía?). Por el horario: el concordado conmigo mismo; el horario no horario; el tiempo, el espacio, todo es relativo, por tanto, no hace falta horario… ¿Disponibilidad? No mensajes, señales de humo, palomas mensajeras, y si nos encontramos por la calle ni me mires. Es que tú debes entenderme a mí, ¿eh? En muchas entrevistas de trabajo de lo único que no se habla es… de trabajo.
Son personas que han realizado carreras, másteres, doctorados o cursos por correspondencia epistolar de transmigración de las almas de los brécoles ecológicos, pero han pasado los años con el cerebro cocinado a la plancha por motivos de nutrición vegetal. El problema no es ya el déficit de comprensión lectora, oral, olfativa… Es existencial. Pero claro, antes ocurrió eso.
Sí, pasaban. Sin cesar. A chorro. Un día descubrí que los niños no repiten curso. Hagas lo que hagas está bien. Una suma, una redacción, un pedo, un eructo… Ésta es la pedagogía. Desde P-0 a bachillerato. Y después… Universidad, trabajo… todo está bien. Muy bien. Béeeeeee. Y Beeeeee. Sobre todo que el cordero no sufra. Pídenos que te hartamos de pollos al ast y ensaladas de sugus. Lo que se necesita es disciplina a granel: en las aulas y fuera de las aulas.
Pico y pala. Como siempre. Volver a entender que escribir es reescribir. Que para escribir debe pensarse antes. Y todo. La disciplina es esto. No ir enseñando que la vida es no repetir. No caer, no volver a levantarte, no caer, no volver… La vida no es hermosa: es vieja. La vida no es un gatito y una ratita que son superamigos y montan una asociación de emociones semihumanas abrazados todo el día. La vida sólo la arañas y la zigzagueas con la pedagogía de la disciplina. Método, estrategia, procedimiento, regla, técnica. Así se hace una casa, un tubo de PVC o un argumento para convencer, explicar, razonar… Pero no, que lo haga todo el aire, por inmersión, por fe, esoterismo, ya sea la lengua, las matemáticas o la buena educación. Disciplina.
Ningún país se ha construido sin disciplina. Ningún hombre. Nada. No se puede querer ser escritor y no leer ni escribir. Sólo vivir de decir: soy o quiero ser escritor. Eso sí, repetirlo día y noche. Digo y no hago. Teoría y no práctica. Cataluña es secuestrada por los teóricos. Por los irreales. Hablar de lechugas y no haber visto ni tocar nunca una lechuga y además legislar sobre lechugas. Y además hacer cursos de management sobre lechugas. Y decirle al labrador que no sabe nada, que es un ignorante, que así no se hacen las cosas. Por favor! ¡Que tenemos las lechugas deprimidas!
Disciplina en las aulas y en casa. Una casa es también un aula. Un aula es también una casa. Porque todos estos niños que se educan creyendo que la disciplina es fascismo, dictadura, absolutismo... Todo a la inversa: criaturas del yo destruyendo al nosotros. Niños del yo, yo y del yo-yo. Pues hace tiempo que pasa. Efecto Mr. Bean: caen de pataco en el suelo y se creen que están solos en el mundo. Que antes de ellos, nadie, que después ellos, más nadie. Tranquilos: quedará sustituidos y olvidados. Pero antes se vengarán.
Cuando los Jo-no-disciplina tengan que lavar el culo en la residencia a los pedagogos de la nada que ahora dicen que no hace falta ninguna disciplina les engaltarán: ¡tururuuuut violes! Que ya les han lavado una vez el trasero. Que todo bien y que se diviertan hasta morir.