Un pequeño susto

Una imprescindible información de Marc Toro, en el ARA, a propósito de los atentados de Barcelona y Cambrils, nos recuerda esto: “En marzo del 2018 el director del CNI, Félix Sanz Roldán –ahora señalado por Villarejo–, compareció a petición propia en la cámara baja. Pero como era en la comisión de secretos oficiales no trascendió qué dijo a los partidos”. Como no ignora nadie, Villarejo ha soltado, estos días, que el CNI quería dar “un pequeño susto a Catalunya”.

Sí, muy bien, Villarejo odia Sanz Roldán; sí, muy bien, Villarejo es un personaje controvertido. Pero entonces, ¿por qué razón lo que dijo Sanz Roldán no lo sabemos? ¿Por qué los partidos sí?

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La única cuestión que se me ocurre es que nos tratan como menores de edad. Que de las cosas que dijo Sanz Roldán hay alguna que vale más que no sepamos. Y si vale más que no la sepamos quizás es porque figura que si lo llegamos a saber se derrumba el régimen. Si no, no hay ninguna razón, ninguna, para tanto secretismo. Oía el otro día a la alcaldesa de Barcelona diciendo que no se puede hablar sin pruebas. Pues bien, las pruebas de las palabras de Villarejo están en sus archivos. Las tiene el gobierno.

Recuerdo muy bien cómo los prohombres decían, hace tiempo: “Yo no soy monárquico, soy juancarlista”. Era una manera de tragarse la gordísima píldora que no gusta a nadie. El rey había hecho tanto por la unidad y la concordia... Ahora que sabemos que el hombrecito solo perdía el sueño por follar, matar elefantes y conseguir pasta, los juancarlistas se han esfumado. Con esto quiero decir que hubo un tiempo en el que el 23-F fue intocable, fue el símbolo de la democracia. Y ahora resulta, a pesar de los doscientos libros de alabanza, que fue eso que dice Villarejo: “Un pequeño susto”. Si alguien lo hubiera afirmado hace años habría ido a la picota. Vivimos en un reino donde ha habido terrorismo de estado declarado y nada se ha hundido.