La pesadilla de Junts se llama Silvia Orriols

Silvia Orriols se ha convertido en una pesadilla angustiosa para Junts per Catalunya. al año siguiente Pere Aragonès convocaría elecciones anticipadas. Las catalanas se celebraron el 12 de mayo del 2024. Poco menos de un año después de las municipales se presentó con su agresivo discurso antiinmigración y consiguió dos diputados en el Pueblo y los suyos.

En el estreno de Orriols en el Parlament se produce un enganche con el presidente de la Cámara, Josep Rull, que le recrimina el tono de su discurso. Rull se precipitó. La multa que la conselleria de Tània Verge clavó en Orriols –10.001 euros– por unas manifestaciones supuestamente racistas fue otra equivocación. Alianza recurre constantemente, como hace todo populismo, a la victimización. Orriols explota a fondo las plataformas, que para ella son tanto Ripoll como el Parlament. Las redes sociales bombean cada una de sus palabras y acciones. En muchas localidades de Cataluña se crean agrupaciones de Aliança. El partido se extiende, se está extendiendo como una mancha de aceite. A menudo las personas que se integran en Aliança son exconvergentes y gente cercana a los entornos de Junts.

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En febrero Puigdemont opta en el último momento por no apoyar una moción de censura para derribar a Orriols de la alcaldía de Ripoll. Una encuesta realizada en el municipio lo desaconseja claramente. Juntos se ha dado cuenta de que puede ser peor el remedio que la enfermedad. Si la descabalgan, alimentarán el discurso victimista de Aliança, que ahora compite en el conjunto de Catalunya, donde cada vez es más y más conocida. En marzo, Junts y Pedro Sánchez llegan a un acuerdo sobre la delegación de competencias en inmigración en la Generalitat. PP y Vox reaccionan de forma furibunda. También las izquierdas, españolas y catalanas. Insinúan o dicen claramente que Junts desearía políticas de extrema derecha o racistas. Gabriel Rufián declara que hay que vigilar a Junts para asegurar que las competencias "se utilicen bien", exigiendo al partido de Puigdemont que "recuerde la Catalunya de todos de Pujol y no la Catalunya para cuatro de Orriols".

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Puigdemont y Turull llevan tiempo decidiendo no quedarse de brazos cruzados mientras la ola avanza con pujanza. Es fundamental hacer frente a Orriols en cada pueblo, en cada comarca, en cada ciudad. Turull se desplaza arriba y abajo, como otros dirigentes, para intentar reforzar y, si se puede, fortalecer sus posiciones sobre el terreno. "Picar piedra" es sólo una parte del plano. La otra implica abordar cara a la cuestión de la inmigración, sin buenismo pero también desmarcándose de la retórica provocadora de Orriols. Insistir en presentar la inmigración como un fenómeno cien por cien positivo, obviando sus pegas, como hacen PSC, ERC, los Comuns y la CUP, no sirve. Y limitarse a descalificar a Orriols obsesivamente, tampoco. Es mirar el dedo y no ver a la luna. Y la luna son los problemas que la gente percibe como reales, y que le preocupan. Y hay preocupación en Cataluña por la cuestión de la inmigración, que a menudo se asocia a la inseguridad y se ve como una amenaza a una identidad y forma de vivir.

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El primer Barómetro del Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat (CEO) del 2025 alerta de que Junts está cayendo en intención de voto, y que podría retroceder entre seis y ocho escaños, mientras que, a su vez, los de Orriols podrían ganar también seis u ocho Y confirman algo de los que se pierden. abonarlo, Junts muestra una fidelidad de voto baja en relación al resto, mientras que Aliança y PP son los que la tienen más alta.

Decíamos que con la entrada de Orriols en el Parlament se encienden las alarmas en Junts. La irrupción de Aliança –que es perfectamente imaginable que crezca mucho más allá de los diez escaños que ahora le da el CEO– hace imposible la reedición de un gobierno independentista en la Generalitat. Aritméticamente imposible. En el mejor de los casos, según el sondeo citado, Junts y ERC podrían reunir a 52 diputados. Aunque sumamos la CUP –cuatro como mucho– los números no salen, ni mucho menos. En el Parlament, la mayoría absoluta, recordémoslo, es de 68. Y ERC nunca se integrará en un pacto en el que figure Aliança. El hecho de que haya aparecido un partido independentista a su derecha puede impedir a Junts volver al poder durante mucho tiempo. Es un problema de geometría parlamentaria, de juego de mayorías y minorías, que, de confirmarse, se parecerá, salvando las distancias, a lo que Vox plantea al PP de Núñez Feijóo, un hombre atrapado entre la fuerza que le impulsa hacia el centro y la que le estira hacia su derecha.

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