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X, antes conocida como Twitter, ha vivido de la mano de Elon Musk un año agitado.

Polarización es la palabra del año según la Fundéu. La Fundéu (Fundación del Español Urgente), vinculada a la RAE ya la agencia Efe, elige anualmente una palabra que defina el año que se deja atrás. Si en otras ocasiones se han elegido palabras como populismo (2016), confinamiento (2020) o vacuna (2021), desde la Fundéu han considerado que polarización es el término del año 2023, una palabra que se ha impuesto a otras once candidatas, entre las que figuraban amnistía, ecosilencio, guerra, humanitario o macroincendio.

Desde la Fundéu explican que la elección de la palabra polarización se debe a su gran presencia en los medios de comunicación durante este año y, también, a la evolución de su significado a lo largo del tiempo. Y es que la polarización, que originalmente se enmarcaba en el campo de la física y de las ciencias en general, ha ensanchado la base conceptual y se ha vuelto mucho más transversal, instalándose en ámbitos que van más allá de el entorno científico y siendo una palabra habitual en las esferas política y social. No es de extrañar que sea así: al fin y al cabo, el verbo polarizar significa orientar en dos direcciones contrapuestas, y si existe un fenómeno que se ha mantenido al alza durante este 2023 es, justamente, la tendencia a analizar el mundo desde los extremos; en clave de blanco o negro; sin espacio para unos matices que podrían ser considerados sospechosos de esconder posturas relativistas o equidistantes.

La polarización toma impulso en las redes sociales, donde la síntesis inherente a los tuits suele derivar en posturas más contundentes: si cuando nos topamos con el titular de una entrevista sabemos que, al leer la conversación entera, podremos añadir un contexto necesario para entender' Y bien, el tuit es titular sin cuerpo, sentencia sin alegaciones, reclamo sin letra pequeña. No es sencillo determinar si la polarización nace en las redes y se extiende a la vida real o viceversa, porque hace demasiado tiempo que ambos registros se retroalimentan por bien y por mal. Sin embargo, los símbolos se difundan por donde se difundan, son claves en esta polarización generalizada, hasta el punto de que casi cada símbolo tiene un símbolo que lo contradice, a la vez que los símbolos parecen distribuirse en packs indivisibles que anulan la existencia de la contradicción, el conflicto, la duda.

En Baleares, por ejemplo, la polarización actual es mucho más escandalosa que la de hace unas décadas, por eso ahora es impensable que los partidos de derechas sean, pongamos por caso, conservadores y liberales en el aspecto económico y en el modelo turístico y que, en cambio, demuestren tolerancia, respeto e incluso soporte al catalán, la lengua propia de las Islas. La polarización en Cataluña también ha crecido más y más desde el inicio del Proceso, y la guerra en Gaza ha sido otro pretexto para los rapidísimos posicionamientos.

En años anteriores, las palabras elegidas por la Fundéu fueron más simpáticas, como selfi o emoji. Este año, en cambio, nos ha tocado una palabra densa, compleja, poco optimista. Esperamos que el próximo año nos lleve palabras más alentadoras. ¡Buen 2024!

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