Atletismo
27/08/2025
2 min

Leemos un extraordinario reportaje de Albert Llimós en el ARA, sobre los menores no acompañados (hemos dejado de llamarlo) mena, lo cual no es bueno) que certifican una edad en los "papeles" que la Fiscalía "no cree". Si existe la sospecha o certeza de que tienen más de dieciocho años, pero que han "hecho trampa" para tener, durante un tiempo más, refugio institucional, son expulsados. En este caso, la expresión es exacta y no metafórica: los echan a la calle. Entre algunas historias, Albert nos cuenta la de un joven, Ba: "Pensé que tenía talento, pero no oportunidad, y por eso me fui", dice, confiado en que mañana podrá cumplir su sueño de dedicarse al atletismo.

Y bueno. Tenemos en nuestras manos a un chico que sueña con correr. Un deporte muy transversal en Cataluña. Hombres y mujeres, niños y niñas, jóvenes y mayores corren carreras, entrenan en la carretera de Aigües, salen a correr por la montaña y la ciudad. Hay gente anónima y famosa, incluido el presidente de la Generalitat, que sale a correr cada día y participa (acompañado de un equipo técnico anónimo, como los escoltas) en carreras exigentes, como la media maratón. La gente de la derecha y la gente de la izquierda se abrazarán, con las axilas sudorosas, al final de una carrera.

¿Por qué no le damos una oportunidad deportiva a este chico que ha encontrado a Albert Llimós, solo y sin camino? Invitémoslo a hacer una prueba en el Centro de Alto Rendimiento, invitémoslo a participar en una carrera, dejémosle unas zapatillas y el chip amarillo (sé que mi amigo del Chip Amarillo, Albert Ballbé, estará de acuerdo). ¿Y si tiene talento? ¿Y si solo necesita una firma en un papel? Y si no la tiene, ¿no tiene derecho a dejarlo solo, entre lágrimas? No habremos perdido nada, porque este niño, que superará los resfriados, las fiebres y las resacas él solo, sin que nadie lo moleste ni lo regañe, podría ser nuestro.

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