Putin, entre el 9 de mayo y Le Pen

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1. El 9 de mayo, la fiesta de la victoria sobre Hitler, siempre ha concentrado los anhelos patrióticos de Putin. Y ahora más que nunca. La escalada puesta en marcha para conquistar todo el Donbás y una franja de territorio que dejara a Ucrania sin salida al mar la intentará culminar el 9 de mayo y presentarla, si no como la victoria definitiva, al menos como el triunfo de la “operación especial” contra Ucrania que ha durado más de la cuenta y no ha servido para entrar en Kiev. Vienen días de ritmos militares rápidos y contundentes para llegar a tiempo a la fecha sagrada. ¿Y después qué? ¿Un alto el fuego y negociaciones? ¿O no se acaba aquí? ¿Cuáles son las intenciones de Putin?

2. Mientras supervisa la escalada, el dueño del Kremlin ha vuelto a modular su discurso. No habla de negociaciones, vuelve a mencionar la “desnazificación” y guarne la ofensiva con la palabra “nobleza”, acusando de fake la matanza de Bucha y no dando muchas explicaciones al desastre que se intuye en Mariupol. “¿Genocidio? ¿Qué genocidio? ¡Se lo inventan!”, claman desde el Kremlin. Genocidio quizá no, pero sí indicios de crímenes de guerra que acabarán teniendo nombres, apellidos y cifras finales.

3. A los que observamos a Putin nos han impactado las declaraciones en el programa de Xavier Graset del escritor Ken Follett diciendo que Putin necesita un tipo de éxito, aunque sea a medio acabar, que pueda presentar disfrazado de victoria. Pero cuidado -avisa Follett- porque no parece saber muy bien por dónde tirar. Y si llegara un momento en el que no supiera qué hacer (y a mí se me ocurre: si fracasa la escalada a celebrar el 9 de mayo), podría ser que Putin -continúa Ken Follett-, al no poder quedarse con Ucrania, apostara por bombardearla, arrasarla. Y entonces: ¿quién podría asegurar que no iría más lejos aún activando armas más mortíferas? Es por eso que el escritor acaba diciendo que a Putin se le tiene que poder encontrar una salida.

4. ¿Pero qué salida? ¿Piensa Follett en la salida que supuestamente Putin está planteando? ¿La de la ocupación del Donbás que podría llegar hasta Odesa? Volvamos: ¿y después qué? ¿Seguro que tendría suficiente? De momento ya avisa a Finlandia y Suecia que no osen entrar a la OTAN.

5. Muy poco se sabe de lo que pasa en el círculo interno del poder ruso. Qué hacen los incondicionales de Putin y también los que querrían apartarlo del poder. No debemos perder de vista que la virtual quiebra económica de Rusia, con una contracción de casi el 12% del PIB, le corta a Putin la hierba debajo de los pies. Él parece no inmutarse: asegura que las sanciones se le volverán en contra a Occidente mientras insiste en escenarios militares supuestamente exitosos nombrando jefe del ejército al general Aleksandr Dvórnikov, conocido por su crueldad en Siria.

6. Aun así, antes del 9 de mayo, Putin estará muy pendiente del 24 de abril, segunda vuelta de las elecciones en Francia, que podría ganar Marine LePen. Él seguro que no ha olvidado la visita sorpresa de ella el 24 de marzo de 2017. Ni ella el préstamo que recibió de un banco ruso gracias a los buenos oficios del Kremlin. Una larga y buena amistad desde que Marine Le Pen aceptó encantada hacer de observadora en el plebiscito de anexión de Crimea.

7. ¿Que qué haría Vladímir Putin el 24 de abril si los franceses convierten a Marine Le Pen en presidenta de Francia? ¿Y que haría Le Pen? Ha anunciado una alianza de seguridad con Rusia y salir del mando integrado de la OTAN. ¿Y que más podría pasar? Pues que a la alegría del húngaro Viktor Orbán se añadiera la euforia de un Donand Trump dispuesto a volver a entrar en la Casa Blanca en enero de 2025. A estas alturas la cadena Fox se da prisa en culpar a la administración Biden de la guerra. Un escenario así resucitaría el acrónimo Putrumpen, inquietante sinónimo de la alianza ultra.

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