Cómo reconocer una película navideña

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Emilia Clarke y Henry Golding en 'Last Christmas', de Paul Feig

—La protagonista de la película es muy torpe, pero eso no hace enfadar a nadie, y menos a sí misma. Cuando tropieza, se deja las llaves o provoca un accidente, todo el mundo sonríe.

—Consume muchos más cafés para llevar de los que aconsejaría cualquier cardiólogo.

—Tiene un stock de pijamas en tonos rojos que se pone siempre conjuntadamente y que no caben en ningún tendedero convencional.

—Sin que lo haya especificado en el perfil de Tinder, siempre liga con un hombre viudo, de profesión entrañable (veterinario o arqueólogo o propietario de una tienda de caramelos), que tiene una hija lista que lo quiere volver a emparejar.

—La acción siempre ocurre en Vermont.

—Cuando va a probarse ropa con su mejor amigo gay, todo pasa a cámara rápida.

—La nieve que pueda salir nunca está pisada.

—Los coches se estropean mucho y las piezas de repuesto tardan toda la Navidad en llegar.

—Todo el mundo tiene calcetines gruesos.

—Extrañamente, todos los jerséis de mujer de la película tienen las mangas muy largas. No tiene nada que ver con el concepto “ropa de crecimiento” que utilizaban nuestras madres cuando éramos pequeños, y que quería decir que nos la compraban tres tallas más grande para que nos durara.

—Todo el mundo sabe patinar excepto la protagonista [véase el punto 1].

—Los dientes blancos de todos los protagonistas no concuerdan con el chocolate que, en todo momento, los personajes se comen.

—Los que expresan pereza por adornar la casa muestras las pocas ganas del fumeta. Ella, que expresa ilusión por ello, muestra la hiperactividad del cocainómano. No hay término medio.

—Todo el mundo coge las tazas con las dos manos.

—Hay siempre un locutor de radio local que se declara, en directo, a su amor, y que hace que los coches se detengan y los conductores lloren emocionados. Si Ustrell intenta hacer lo mismo en la radio, probablemente será despedido.

—No hay cambio climático.

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