Soy un robot que dice “no soy un robot”

Un robot escribiendo
08/01/2025
2 min

Salimos del mismo sitio y mi amigo se ofrece a acompañarme al centro de la ciudad en su coche. "Mira, mira", me dice, sonriendo, una vez me he sentado y abrochado. Porque tiene instalado un robot de estos con voz de mujer, que le da el buen día, así que gira la llave y pone en marcha el motor. "Buenos días, Xavi", le saluda. Pero es una voz poco cálida, porque hace el tono de las grabaciones telefónicas. Como él me cuenta cosas a mí, la robot se queja: "No te he entendido". Y yo hago: "¡No hablamos contigo!". Pero claro, eso, que es catalán, aún lo entiende menos. Entonces, él, para rehabilitarla a mis ojos le dice: "Mónica, cuéntame un chiste". Y la robot pone en marcha. Es un chiste que tiene sentido en lengua castellana, donde se juega con el equívoco de la pregunta"¿Qué es de Pilar?" que suena como "¿Qué es depilar?" La robot, monótona, pone en marcha: "Un amigo le pregunta a otro «¿Qué es de Pilar?» y el otro contesta «arrancarse los pelos de uno a uno»".

Evidentemente, explicado así, el chiste no se entiende. Mi conocido y yo lo conocemos por Eugenio. Somos de la generación de las recopilaciones de chistes en casetes. Eugenio, cuando lo contaba , hacía la exposición de la historia con dos amigos que hace mucho tiempo que no se ven. de gente. Qué se sabe de uno, qué le ha pasado al otro... El lenguaje del primero es ligeramente retórico, para dar sentido al uso"qué es de", que no es coloquial. Sólo con preguntas previas con nombres propios "¿Qué fue de Ramón?" o "¿Qué se sabe de Manoli?" el receptor puede entender perfectamente que el personaje pregunta por una tal Pilar. Y es cuando el otro, que contesta sin cuestionar la pregunta (la gracia es ésta) nos hace reír con la descripción demasiado detallista y, por tanto, exagerada (arrancar los pelos uno a uno).

La robot explicaba el chiste, pero no le entendía. No hacía tonos de voz, no preveía la reacción, sólo obedecía y recitaba. Y es por eso que no tartamudeaba, no se detenía, pero no podía transmitir emoción. Ahora somos nosotros los que debemos decir si preferimos que nos emocionen más los artistas que los robots o si preferimos que los artistas imiten a los robots.

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