Mientras, en el Senado, los ultras...

El hecho de que el Partido Popular tenga mayoría absoluta en el Senado no ha convertido exactamente esta cámara en un contrapoder del Congreso (donde el PSOE hace funambulismos para mantener en cada votación a la mayoría que hizo presidente Pedro Sánchez), sino en otra cosa. En el contexto de máxima polarización en la que se encuentra la política española, el Senado en manos de la mayoría absoluta del PP se ha convertido en una trinchera ideológica, en una barricada desde la que se practica el filibusterismo parlamentario, se dispara munición de las marcas FAES y Vox y se utiliza la cámara de representación territorial para insistir en los discursos más rabiosamente centralistas y nacionalistas. Reconvertido el Senado en lujoso cuartel de invierno institucional, los senadores derechistas se dedican a obstruir hasta dónde pueden las leyes y las iniciativas que les llegan del Congreso, ya sea la de amnistía, la del sólo sí es sí, la reforma laboral o, ahora, la financiación singular. El Senado se ha convertido en un instrumento más al servicio del único objetivo que se propone la derecha española: acabar con la legislatura, junto a la carrera política de Pedro Sánchez.

Mientras tanto, utilizan el Senado como espacio para sus barrilas y tablas. Este lunes han celebrado una cumbre antiavortista que sería como un adelanto de las fiestas navideñas, con su mensaje de concordia y amor. Hubo presencia de figuras internacionales de la extrema derecha: desde el chileno José Antonio Kast (presidente de la entidad Red Política de Valores, que presidía la cumbre), que fue candidato a la presidencia de su país con una rotunda reivindicación de la dictadura de Pinochet, hasta una parlamentaria de Uganda, Lucy Akello, partidaria de la pena de muerte para los homosexuales, pasando por referentes españoles de categoría, como Jaime Mayor Oreja, quien no dudó en establecer paralelismos entre el aborto y la esclavitud. Mezclaron las consignas contra los derechos reproductivos de las mujeres con sus habituales soflamas negacionistas, del cambio climático en particular y de la ciencia y el conocimiento en general. Y violentando, también como siempre, el sentido de las palabras, se declararon partidarios de la vida: de la vida de los fetos, porque se ve que la vida de los humanos que ya han nacido, como los inmigrantes y los refugiados asesinados en pateras, o las víctimas del genocidio en Palestina, no les parecen tan valiosas.

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Una mujer joven del PP, Ester Muñoz, senadora y vicesecretaria de Educación, que se prepara como nueva estrella del partido, salió a defender una cumbre que representa la voluntad de una involución de décadas en los derechos de las mujeres al estado español. Dentro del recinto del Senado o ya en la salida, los asistentes encontraban un momento para deplorar la imaginaria dictadura woke y feminista, y aplauden, en cambio, las dictaduras ultraderechistas de toda la vida. Trabajan para recuperar en todo el mundo el espíritu, pero ahora parasitando a las instituciones democráticas, como hicieron este lunes en el Senado español. Éste es nuestro tiempo.