"Son españoles los que no pueden ser otra cosa"

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El ministro de Transportes, Óscar Puente, este viernes en el Senado.

Lo mejor del verano es que ha vuelto la esperanza, en Estados Unidos. Ha sido apartar a Biden y, de repente, el viejo es Trump, cascarrabias, grosero y con cara cansada de perdedor. Si Trump era el rey, ahora va desnudo. Y pensar que el 14 de julio, con la oreja ensangrentada, parecía imbatible...

Kamala Harris es la mujer para estos tiempos: tanto regala risas como pone cara de fiscal. Incluso el candidato a la vicepresidencia les ha salido bueno, como los melones. Michelle Obama se ha cobrado unas facturas (“¿quién le dirá a Trump que el trabajo que busca es un trabajo de negros?”) y Barack Obama vuelve a hacer esa magia de la esperanza mientras se burla del tamaño de los delirios de grandeza de Trump y pide comprensión para la gente mayor que opina que un plato es un plato y un vaso es un vaso.

Los demócratas han cambiado de cabeza de cartel y un nuevo estilo se insinúa en el horizonte nacional y mundial. Cuando los americanos abren estos prodigios, uno les envidia la capacidad de generar entusiasmo y autoestima, aunque todo el mundo sabe que la capacidad (y la voluntad) de cambiar cosas de los presidentes americanos es relativa.

Mientras, aquí, el prodigio es un ministro de Transportes que hace afirmaciones como estas: “¿Iría tanta gente en tren si la conclusión fuera que se está prestando un mal servicio? ¿Son masoquistas los españoles? No, los españoles suben al tren porque están satisfechos”. Ministro, el sábado, Barcelona-Puigcerdà, 4 horas. Los españoles que cogen Cercanías es porque no pueden coger otra cosa. Exactamente como lo del conservador Cánovas del Castillo, que cuando le preguntaron cómo definiría en la Constitución a los ciudadanos con derecho a la nacionalidad contestó, irritado, “poned que son españoles los que no pueden ser otra cosa”.

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