Superhéroes sin papeles

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Flors y mensajes al lugar donde fue asesinato Samuel Luiz, en la Coruña.

Ibrahima y Makate ahora llevan capa de súper héroes. Hace unos días no, hace unos días eran unos parias que no le importaban a nadie, ni a las bolsas de empleo, ni al Estado, ni al sistema burocrático migratorio. Ibrahima es el chico senegalés que intentó salvar a Samuel Luiz de la paliza mortal. Makate intentó ayudarlo tras el segundo ataque. Ambos están en situación de irregularidad migratoria. Pero hoy son súper héroes (en esto estamos de acuerdo) y el gobierno español va a concederles los papeles.

Recuerdo otro caso muy sonado de hace unos años, en Francia. A Mamoudu Gassama lo llamaron “Spiderman sin papeles” tras salvar a un niño que colgaba de un balcón. Macron también decidió darle la nacionalidad por su actuación extraordinaria.

Es fácil ver el patrón: en este continente, si eres migrante, serás un súper héroe si expones tu vida para salvar a otros. Y como premio te darán un derecho básico.

Los recorridos que hacen las personas migrantes sí que podrían ser de súper héroes, si queremos hablar de grandes gestas; el irse de su casa sí que podría ser de súper héroes, si queremos hablar de grandes renuncias; el sobrevivir a la violencia y al racismo institucionalizado diario, eso sí que es de súper héroes, si queremos hablar de responsabilidad colectiva. Ibrahima, Makate y Mamoudu, como miles de migrantes en el continente europeo, no necesitan que les den capas… necesitan que se les reconozcan sus derechos universales.

El listado de derechos humanos universales, ratificados hace más de sesenta años por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ya recoge algunos puntos que sería interesante repasar, pero sobre todo veamos el primero, que dicta que “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Es decir, por un lado las personas migrantes de las que hablo no habían sido reconocidos como iguales en dignidad y derechos y, sin embargo, se comportaron fraternalmente con otras personas. El desequilibrio entre ser agente activo de este punto del listado y ser receptor del derecho es abismal. 

Veamos ahora el artículo 8 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Dice: “Todos tenemos igual derecho a protección contra toda discriminación que infrinja esta Declaración y contra toda provocación a tal discriminación”. De nuevo, por una parte la “ilegalidad” (por no hablar de otros factores en juego como el racismo sistémico, las trabas burocráticas, la situación socioeconómica) tenía a Ibrahima y Makate en situación de desprotección en sus derechos, pero ellos personalmente intentaron proteger el derecho a la vida de Samuel. La balanza vuelve a inclinarse hacia uno de los lados.

¿A dónde quiero llegar? A que premiar con un derecho básico es una actuación perversa de un sistema que atenta, de entrada, contra estos mismos derechos de las personas migrantes.

Pongo un ejemplo más claro… imagina que no tienes derecho a beber agua ni en las fuentes públicas. Un día salvas a alguien de la muerte, o lo intentas… y a partir de ese momento te dejan beber agua. ¿A que no tendría sentido? Pues hablamos de lo mismo. Los papeles requeridos para trabajar de manera legal significan una dignidad mínima que no debería estar supeditada a ser Spiderman, Superman, o Wonderwoman. ¿O les quitamos la nacionalidad a los legales que no hicieron nada por Samuel? Quiero decir, si la nacionalidad es el premio por poner el cuerpo para resguardar la vida de una persona indefensa, ¿cuál sería el castigo por no hacerlo? O mejor aún… si no hubieran sido personas migrantes sin documentos ¿cuál habría sido el premio?

Como decía Oumaima Alouiz en su cuenta de Instagram: “hay que ser un héroe para que te traten con dignidad, pero los derechos básicos no son premios”.

El Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones habla del compromiso ciudadano, la demostración de humanidad y el civismo encomiables de Ibrahima y Makate. Es evidente que esto es así, lo que es cuestionable es que los papeles sean el premio. Lo diré todas las veces que se pueda: los derechos fundamentales son eso, un derecho. Dejemos de usarlos como moneda de cambio y como privilegio de los súper héroes.

Celebro que se regularice a Ibrahima y Makate, y me alegra… ¿Son súper héroes? Absolutamente, yo les daría una capa. ¿Se merecen la nacionalidad? Por supuesto, se la han ganado. Pero no por ser súper héroes: se la merecían antes del pasado 3 de julio, sencillamente por ser seres humanos.

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