A las palabras, como a las personas, las apreciamos, las detestamos, nos son indiferentes. Como las personas, también, podemos no cruzárnoslas nunca o no parar de tropezar con ellas. Es el caso del término terrorismo. Hoy hasta la sopa. No siempre fue así. El vocablo se acuña con la Revolución Francesa ("la terreur") y toma notoriedad a partir de la segunda mitad del siglo XIX, cuando el recurso a las bombas se vuelve decisivo en el combate contra las viejas estructuras (primero en Rusia, después por toda Europa y América). Los diccionarios no nos convierten en filólogos, pero nos ayudan a orientarnos. Con el desprestigio de las palabras, que las guerras culturales han puesto en circulación, estos guardianes de la lexicografía son más indispensables que nunca, sobre todo entre nosotros, que hemos hecho del belicismo en materia conceptual un acto de agresión a ultranza.
Si no queremos perder, pues, el mundo de vista, vayamos a las fuentes. ¿Terrorismo?¿Ha dicho terrorismo? A ver qué dice el diccionario. Los ingleses, para empezar. Claros y breves. El terrorismo es una "acción violenta con fines políticos" (Cambridge Diccionary, online). Como los ingleses, los alemanes también son concisos: "Ejercicio del terror para conseguir determinados objetivos en el campo político" (Gerhard Wahring, Deutsches Wörterbuch, 1986). Igualmente contundentes son los italianos, que describen el terrorismo como el "recurso a medios despiadadamente violentos e ilegales en la lucha política" (Dizionario Garzanti della lingua italiana, 1979). Más prolijos y detallistas se muestran los franceses, que conceptualizan el fenómeno como un "conjunto de actos de violencia (atentados, secuestros, etc.) realizados por una organización o un individuo para crear un clima de inseguridad, para chantajear a un gobierno, o para satisfacer el odio hacia una comunidad, un país o un sistema" (Dictionaire Larousse de la langue française, online).
Hasta aquí las lenguas extranjeras. ¿Qué dicen los diccionarios de más cerca? Los catalanes no se alejan demasiado de la línea marcada por los ejemplos anteriores: "Utilización de la violencia, de forma sistemática y a menudo indiscriminada, en la lucha social y política". (Gran diccionari de la lengua catalana, online). ¿Y qué definición encontramos en los diccionarios españoles? También parecido. "Uso de la violencia, particularmente con comisión de atentados, como instrumento político (Maria Moliner, Diccionario del uso del español, 1991). No menos interesante es la descripción de Julio Casares en su prestigioso Diccionario ideológico de la lengua española (1975). Define el terrorismo con dos acepciones. "1. Dominación por el terror [en referencia al terrorismo de estado] y 2. polit. Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror". Miembro de la Real Academia Española (RAE), Casares es el inspirador de este término en el diccionario de la citada institución, al menos en la edición de 2001, donde se repiten literalmente las dos acepciones de su Diccionario ideológico: "1. Dominación por el terror / 2. polit. Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror".
Hasta aquí, los filólogos ingleses, alemanes, italianos, catalanes y españoles parecen estar de acuerdo. La matriz definitoria del término terrorismo es la violencia con objetivos políticos. Pero en el 2014, la RAE, en una nueva entrega de su diccionario llamado del Tricentenario, abre la puerta a una ampliación del perímetro del vocablo. A las dos acepciones de la edición anterior, que ponen el énfasis en la violencia, se añade una tercera que dice así.3. Actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretenden crear alarma social con fines políticos". El lector que me ha seguido hasta aquí supongo que habrá tenido el mismo susto que yo. De la nueva acepción ha desaparecido el concepto violencia, que ha sido sustituido por el término mucho más difuso criminal. Criminal, según la misma RAE, es todo lo "relativo al crimen" y crimen es definido en tres apartados como: "1. Delito grave. 2. Acción indebida o reprensible. 3. Acción voluntaria de matar o herir gravemente a alguien". Teniendo en cuenta que la violencia era subsumida por las dos primeras definiciones (las que venían de Casares), no queda más remedio que identificar "criminal" con "delito grave" o "acción indebida y reprensible", una forma de echar agua al vino de la violencia, un acto de confusión conceptual, acentuado por el uso de la expresión, impropia de un trabajo con pretensiones científicas, de "alarma social".
En otras palabras. A partir de 2014, la RAE amplía el término terrorismo a actos de contorno extremadamente difuso dentro de los cuales puedes caber cualquier acción reprensible que perturbe la buena digestión (alarma social) de alguno de los muchos colectivos altamente inflamables. El gesto resultaría inocuo si no fuera que la RAE es la brújula lingüística de políticos, jueces, cuerpos armados y periodistas. La disolución del terror en mero susto que altera siestas sorprende, y mucho. Las fechas del cambio de opinión, entre 2001 y 2014, son significativas. El lector bien informado recordará al menos dos acontecimientos trascendentales en la vida política del país: la sentencia del Estatut, en el 2010, que puso en marcha las manifestaciones independentistas en Catalunya, y el movimiento de los indignados, conocido como 15-M, en 2011 en Madrid y después en toda España. ¿Son sensibles los filólogos a la realidad política?