TV... ¿qué?

La presentación del 3CAT en TV3.
26/10/2025
Periodista y productor de televisión
3 min

Se suele decir que todos los catalanes llevan dentro un entrenador del Barça y un director de TV3, cosa que, en el caso de la televisión pública, no está del todo mal, porque indica que para muchos es efectivamente la seva (la suya), como decía el conocido eslogan. Que los contenidos de una entidad pública resulten polémicos no nos tendría que extrañar. Que esta controversia se traslade al ámbito político es aún menos extraño, porque TV3, o 3Cat, es una herramienta poderosa gracias a décadas de éxito, y si los gobiernos de turno han tenido la tentación de convertirla en una herramienta a favor de sus intereses, la oposición ha intentado hacer lo mismo mediante la crítica.

Lo que está sucediendo ahora, sin embargo, va más allá del rechazo a ciertos contenidos (lo cual, por supuesto, es legítimo). También se critica el modelo que la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales (CCMA) decidió implementar en 2022, para no descolgarse de los imparables cambios en los hábitos de consumo audiovisual (el auge del streaming y de los dispositivos distintos a la televisión) y para integrar las estructuras de los diversos canales de televisión y radio, y de la futura plataforma de contenidos en streaming. Este modelo conllevó el nacimiento de 3Cat, como marca paraguas para las diversas marcas existentes.

Cualquier experto en audiovisual sabe que este paso era necesario (incluso podría decirse que se implementó con cierto retraso) para no quedarse atrás en el nuevo panorama mediático. La CCMA hizo un buen diagnóstico y, a pesar de los inevitables problemas y desajustes que esto implica, lo cierto es que la plataforma 3Cat se ha consolidado y, simultáneamente, TV3 ha mantenido, e incluso ampliado, su liderazgo dentro de la televisión lineal. Esto no significa que no pueda modularse el uso prioritario de la nueva marca 3Cat sobre una etiqueta tan consolidada como TV3. Pero basta con mirar a nuestro alrededor para comprender que cualquier marca que comience con las siglas TV tiene los días contados. TVE hizo el mismo proceso hace años y en España nadie se rasgó las vestiduras.

El destino de nuestros medios públicos siempre es la cuadratura del círculo. A falta de operadores privados en el ámbito catalán, TV3 o 3Cat tienen que hacer de servicio público y, al mismo tiempo, ofrecer contenidos competitivos en catalán; tienen que recibir financiación pública para cumplir su misión, pero al mismo tiempo tienen que intentar ajustar un gasto estructural que responde más a los parámetros de hace 40 años que a la realidad actual del sector. Y ahora, además, tienen que levantar una plataforma de contenidos en streaming sin perjudicar su emisión lineal. Es una gestión compleja y puede ser criticada, pero quizás no con la vehemencia impostada de los diputados de Junts (Albert Batet llegó a hablar de "alarma social" por la situación de TV3). Se está intentando vender la idea de que 3Cat es una operación diseñada para demoler la televisión pública desde dentro, y esto es francamente difícil de entender. Sobre todo si se tiene en cuenta que Junts forma parte del consejo de la CCMA que aprobó la implementación del modelo actual.

Las críticas a ciertos contenidos, al sesgo ideológico o a la orientación de los gastos son absolutamente lógicas tratándose de un medio público, pero la enmienda a la totalidad que algunos están proponiendo, apelando además a dudosas justificaciones patrióticas, resultada sobreactuada. Si la cuestión es el nombre, estaría bien recordar que cuando el gobierno de Pujol decidió crear una televisión pública, eligió la denominación de TV3 asumiendo la numeración que le daba la existencia de los dos canales de TVE, y por encima de etiquetas más identitarias. Fue una decisión acertada que, de tomarse hoy, quizás despertaría la ira de los turbopatriotas.

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