Unión Europea: un descontento creciente
Confieso que no puedo evitar que este artículo de principio de vacaciones tenga un color más bien gris, fruto de la decepción que me ha provocado el conocimiento parcial y el breve análisis que he podido hacer del acuerdo de hace unos días entre el presidente Trump y la presidenta Von der Leyen sobre el futuro de las relaciones económicas y geopolíticas entre EE.UU. y la UE. Destaco los adjetivos "parcial" y "breve", porque no ha habido plena coincidencia en las versiones que una y otra parte han publicado de los acuerdos, y porque he pensado que quizás no hemos conocido todo lo que se discutió y acordó –o lo que se dejó pendiente y no se ha dicho–. Tampoco puedo dejar de decir que, si tuviera que hacer un resumen en dos palabras de lo que creo que ha sido el acuerdo, serían: "imposición" por una parte y "aceptación" por otra. La primera, conociendo desde hace ya unos meses al protagonista, no me ha extrañado; pero la segunda, conociendo la larga trayectoria de Von der Leyen, me ha sorprendido, me ha sido difícil entender y me ha dejado muy descontento y preocupado.
Analizo dos aspectos que ya he avanzado en otros artículos y que nos están llevando a un creciente descontento ciudadano, así como a importantes enfrentamientos tanto a nivel interno de muchos países como de carácter global. Me centro sobre todo, en primer lugar, en la degradación de la política y la democracia y, después, en la evidente pérdida de papel de Europa en las crisis que estamos viviendo, y en las oportunidades que no aprovechamos.
1. Democracias del siglo XXI. Una parte importante de los países que vivían situaciones democráticas tranquilas a lo largo del siglo pasado han visto cómo su sistema político se deformaba y se convertía en algo que ya no se puede llamar igual, y que algunos denominan "autocracias". La transformación tiene dos etapas distintas: la primera consiste en la continuidad del sistema de votación libre de los ciudadanos, pero con esta libertad inconscientemente manipulada, aprovechando las nuevas capacidades de creación y distribución de la información por parte de plataformas económicas y políticas que orientan los votos hacia posiciones extremas, sobre todo de derechas y de extrema derecha.
En la segunda, los resultados, aparentemente libres, sitúan en puestos de gobierno a personas que no tienen una voluntad democrática y que actúan con un estilo que recuerda a las dictaduras de otras épocas. Es decir, que consideran que, una vez escogidos por los ciudadanos, pueden imponer sus voluntades personales prescindiendo de los poderes legislativos o judiciales –incluso para modificar el sistema y conseguir el alargamiento del tiempo que pueden mantenerse en los lugares de poder–. Hemos visto historias de este tipo no sólo en el caso de países que han entrado por primera vez en los sistemas democráticos, sino también en un número creciente de países que habían sido durante el pasado siglo un modelo de democracia y que ahora sorprenden con sus decisiones y posturas.
2. El papel de Europa. Pocos días después del encuentro entre Trump y Von der Leyen, con la débil posición europea que todos hemos visto, vemos ahora cómo se preparan otros encuentros entre Trump y Putin para buscar una solución al intento de Rusia de apoderarse de una parte importante de Ucrania, encontrando un pacto final que acabe la guerra. De forma increíble, no se permite la participación ni del presidente ucraniano, ni de ningún representante europeo. Hay quien dice que Trump está buscando el premio Nobel de la Paz... Eso que está pasando estos últimos días hace crecer aún más la sensación de que la Unión Europea no tiene nada que decir y que, en cambio, aparece un club de tres países (Reino Unido, Alemania y Francia) que intentan hacer lo que correspondería a la UE oa la OTAN.
No es de extrañar que todo ello provoque una sensación de desorientación y de preocupación en aquellos que, como yo, siguen creyendo que Europa tiene las dimensiones demográficas, económicas, culturales e históricas para poder seguir siendo en los próximos años uno de los cinco o seis "espacios" que constituyan el conjunto de la geopolítica mundial, Norteamérica, América del Sur, América.
Huelga decir que deben pasar muchas cosas y que hay que producir muchos acuerdos entre grupos de naciones y comunidades para ir construyendo algo aún no definido, pero que responda a las necesidades de 8.000 o 9.000 millones de personas que puedan convivir con equidad en un planeta que tiene sus límites. Europa tiene claramente tres retos urgentes: a) Dejar de ser un "tratado" y convertirse en un "estado federal" en el ámbito político y en un "mercado único" en todo el ámbito económico; b) Suplir su carencia de recursos naturales, con un fuerte desarrollo de ciencias y tecnologías en los campos electrónico, informático y de la inteligencia artificial, yc) Mantener la preocupación por el bienestar colectivo de sus ciudadanos y reforzar su capacidad de ayudar a otras partes del mundo a poder aumentar su bienestar. No fallamos.