Con la violencia machista no se puede esperar, ante la duda hay que actuar

Los datos son muy preocupantes, y también la falta de respuestas. Estos primeros siete meses del año, de enero a julio, ha habido ocho crímenes machistas en Catalunya, tantos como en todo el año pasado. De estos, seis se han producido desde que acabó el último estado de alarma, en el mes de mayo. Aunque cada caso es diferente, y pueden variar las causas, los expertos policiales lo analizan como el resultado del miedo de los agresores a perder el control sobre sus víctimas, que durante el tiempo en el que había restricciones de movilidad se habían visto obligadas muchas veces a permanecer en el domicilio sin opción de fuga o de buscar refugio en otros espacios. El resultado es que en estas últimas 11 semanas seis mujeres han sido asesinadas por sus parejas en Catalunya. La sexta todavía no aparece en las estadísticas porque no se ha completado la identificación de Antonella, la mujer asesinada en Sant Vicenç de Castellet, puesto que su cuerpo estaba totalmente calcinado y hacen falta todavía los resultados de la identificación con ADN. Posiblemente se tendrá que sumar un séptimo caso cuando acabe la investigación de los Mossos por una mujer que mataron en Sabadell, cuyo cadáver también estaba en tan mal estado que no se pudo identificar.

El caso de Antonella, sin embargo, es ejemplificador que la situación de indefensión en la que se encuentran muchas de estas mujeres y la falta de sensibilidad social, y muchas veces también de la administración, ante sus denuncias. Una entidad feminista de Terrassa, donde residía la mujer, ha denunciado que desde abril acompañó a la mujer cuatro veces a los Mossos para poner una denuncia por violencia machista contra su pareja, que se suicidó después de matarla. Los agentes, según esta entidad, no quisieron cursar la denuncia porque supuestamente no veían motivo, a pesar de que ahora no han querido hacer ningún comentario sobre las razones de esta supuesta denegación de ayuda. Lo que sí que hay es una denuncia por violencia verbal, que se tenía que ver en un juicio en octubre y que no fue bastante tampoco para que la Fiscalía o el juez encontraran motivo para pedir una orden de alejamiento. Quizás podía haber dudas sobre la denuncia, quizás en otros casos hay exageraciones, pero el resultado es que Antonella está muerta, calcinada, y su hija de dos años se ha quedado huérfana después de vivir un trauma que ha conmocionado al país.

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Es importante que se investigue a fondo lo que pasó en Terrassa para saber dónde falló el sistema de protección. Para depurar responsabilidades, pero, sobre todo, para entender qué hay que mejorar, dónde estuvo el error y cómo se puede evitar que un caso como el del Antonella se pueda repetir. Ocho asesinatos, o nueve si se incorpora el caso de Sabadell, en menos de ocho meses. Es grave, muy grave. Los crímenes machistas muchas veces se pueden llevar a cabo porque la sociedad minimiza el machismo y normaliza actitudes violentas y tratamientos denigrantes hacia las mujeres como si fueran "tradición" o pecados menores. Tolerancia cero con estas actitudes y exigencia máxima a la administración para que proteja y deje de una vez de minimizar las denuncias por violencia machista. Puede ser que haya denuncias falsas, sí, pero son mínimas y vale más prevenir que tener que lamentarse, como está pasando ahora. Ante cualquier duda, hay que actuar.