El ESCENARIO POSTELECTORAL

El 14-F reaviva la mesa de diálogo un año después

El nuevo tablero político hace posible reactivar un órgano que cumple su primer aniversario instalado en la parálisis

Quim Torra y Pedro Sánchez paseante  por la Moncloa antes de la primera reunión de la mesa de diálogo.
y Quim Bertomeu
22/02/2021
4 min

BarcelonaEl próximo viernes se cumplirá un año de la primera y única reunión hasta ahora de la mesa de diálogo, el primer intento de la Generalitat y el gobierno español de encontrar una salida negociada al conflicto político catalán. La puesta en escena y la expectación mediática fueron las de las grandes ocasiones, pero no pasaron de esto: un solo encuentro en 365 días y ningún fruto. A pesar de todo, los resultados electorales del 14 de febrero brindan una oportunidad de reactivar la mesa de negociación.

De esa primera y única reunión la imagen que queda es la de los ministros y los consellers paseando distendidamente por los jardines de la Moncloa. Y también la de los dos presidentes, olvidando por un momento viejos rifirrafes como cuando Pedro Sánchez acusaba a Quim Torra de “racista” o cuando este lo advertía de que sin un mediador no habría negociación. “Estaba todo preparado al detalle”, recuerda uno de los protagonistas de ese paseo, que asegura que la conversación no fue más allá “del tópico” sobre qué buen tiempo hacía -demasiado calor para el invierno madrileño-. Una vez adentro, café, pastas de té y tres horas de reunión que, si bien no anticiparon grandes soluciones al conflicto, sí sirvieron para asumir un compromiso destacable: la mesa se reuniría una vez al mes alternativamente entre Madrid y Barcelona.

Mientras se producía la reunión, en una sala contigua los equipos de asesores de cada delegación negociaban a contrarreloj un comunicado conjunto. Uno de los presentes rememora que “el punto de fricción” fue si había que incluir en el texto una mención al hecho de que cualquier eventual acuerdo futuro tenía que estar dentro del marco de la ley. La Generalitat no lo quería. Entraron el texto inacabado a la sala donde se reunían los dos gobiernos y finalmente se incluyó una mención a la necesidad de que cualquier futuro pacto tendría que tener “seguridad jurídica”, un término ambiguo que permitía contentar a todas las parroquias. El diálogo tenía vida.

Reunión de la mesa de diálogo en la Moncloa el 26 de febrero.

Eran los últimos días en los que todavía se hacía muy extraño ver a gente con mascarilla por la calle y ese mismo miércoles en Madrid el Santiago Bernabéu se llenaba con 76.000 personas para ver perder al Madrid contra el Manchester City en los octavos de final de la Liga de Campeones. Nadie era consciente de lo que estaba a punto de venir. Pero llegó la pandemia y las mascarillas se hicieron omnipresentes, los campos de fútbol se vaciaron y la mesa puso el freno de mano. Primero, el diálogo quedó en suspenso de mutuo acuerdo entre los dos gobiernos para centrarse en la crisis sanitaria, pero cuando la Generalitat quiso reactivarlo -empujada sobre todo por ERC-, el PSOE fue encadenando excusas. Después llegó la inhabilitación de Torra, la interinidad del Govern y las elecciones del 14-F. No hubo más encuentros y todo quedó en un cajón.

ERC se reivindica

¿Y qué elementos permiten pensar que ahora sí tendrá una nueva oportunidad? En primer lugar, que Esquerra se ha convertido por un estrecho margen en el primero partido independentista en el Parlament y la mesa de diálogo es sobre todo una idea suya que ahora quiere intentar hacer funcionar. Cuando no habían pasado ni 48 horas del escrutinio del 14-F, el líder de los republicanos en Madrid, Gabriel Rufián, ya lo advertía. “Los resultados electorales avalan nuestra estrategia en Madrid. Los problemas no se pueden posponer, la mesa de diálogo se tiene que convocar y respetar”, sostuvo. En la calle Calàbria de Barcelona, sede del cuartel general de ERC, están volcados en las negociaciones para cerrar la investidura de Pere Aragonès, pero la mesa de negociación ya está en la mente de todo el mundo. “Entendemos que ahora se abre una nueva oportunidad para retomar la negociación de la manera que sea”, sostienen desde la dirección. Y apuntan que la Generalitat ganará dos fortalezas respecto a hace un año: un gobierno “renovado” -si consigue concretarse- y “más fuerza” después de que el independentismo haya conseguido superar la barrera del 51% de los votos.

Ahora bien, nada será inmediato. Las mismas fuentes republicanas que sostienen que “las urnas avalan” la vía del diálogo admiten que esta es una cuestión que también se tendrá que tratar en las negociaciones con JxCat y la CUP. Este dos partidos siempre han evidenciado recelos hacia este instrumento y se han decantado más por la vía de la confrontación. Aún así, el pasado martes la portavoz del Govern y diputada electa de JxCat, Meritxell Budó, también alimentaba la reactivación de la mesa. “Se tendría que poder celebrar en Barcelona porque el compromiso era que la próxima reunión se llevara a cabo aquí”, expuso.

¿Y qué dice el gobierno español, que es quien tiene que sentarse al otra lado? Desde la Moncloa se remiten al documento que aprobó el Congreso la primera semana de la campaña electoral. Una moción votada por el PSOE, Unidas Podemos y ERC a favor de reunir la mesa de negociación “de manera inmediata una vez constituido el nuevo Govern surgido de las elecciones del 14 de febrero”.

Las varias incertidumbres

Nada hace pensar, sin embargo, que el camino sea mucho más transitable que hace un año. Por ejemplo, la parte de la Generalitat reclama la autodeterminación y la amnistía, pero se trata de dos cuestiones que el PSOE rechaza completamente. Cuál puede ser, pues, la trayectoria de la negociación? También se tendrá que contar con todos los elementos distorsionadores que desde fuera le llegarán. Desde la Fiscalía combatiendo los permisos del presos políticos y la triple derecha cargando contra las “concesiones” a la siempre frágil unidad independentista, que muchas veces se traduce en disensiones sobre qué camino estratégico tiene que coger el Procés.

Sea como sea, el tablero político ha experimentado cambios a favor de la mesa y cuando se constituya la Generalitat tendrá una nueva oportunidad para volver a funcionar. Con todas las incertidumbres todavía, pero también con expectativas renovadas. 365 días después.

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