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El choque entre Díaz y Podemos amenaza con fracturar a la izquierda

Las tensiones en el interior de Unidas Podemos inquietan al PSOE

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Pablo Iglesias, durante el traspaso de la cartera de vicepresidente a Yolanda Díaz.

Madrid / BarcelonaHasta ahora la disputa la habían mantenido más o menos enterrada, pero la grieta abierta desde hace meses entre Yolanda Díaz y Podemos crece cada día que pasa y va camino de convertirse en irreconciliable. La última evidencia del distanciamiento que puede acabar en ruptura es que Podemos haya desvelado sin tapujos el hecho de no haber estado al tanto de las negociaciones con el PSOE para suprimir el delito de sedición y que la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo se lo haya comunicado justo cuando el acuerdo ya estaba cerrado. Una prueba más de que la relación entre los dos actores no es buena. Al contrario, la coordinación es cada vez más deficiente y esto empieza a preocupar al PSOE. Los socialistas temen que una ruptura en el espacio morado complique las aspiraciones de revalidar el gobierno de coalición y abriría las puertas de la Moncloa a la derecha.

El discurso oficial en el PSOE y en la Moncloa es que el efecto Feijóo ha tocado techo y ya va de bajada mientras que el presidente español, Pedro Sánchez, está recuperando terreno en las encuestas. "Estamos mucho mejor ahora que en verano", dicen desde el ejecutivo. Aún así, la posibilidad de una ruptura entre Podemos y Yolanda Díaz enturbia las previsiones. La Moncloa mantiene un mutismo absoluto porque considera que cualquier cosa se interpretará como una injerencia. "No entramos, y tampoco podemos persuadirlos para que lo hagan de otro modo", aseguran. Aún así, tanto en el grupo parlamentario como en Ferraz sí que reconocen en privado que la inquietud existe, puesto que saben que el conjunto del progresismo necesita maximizar los votos a la izquierda del PSOE si quiere imponerse a la derecha.

El principal fantasma es que a la izquierda le pase lo mismo que a la derecha en las elecciones del 2019, y es que al concurrir con tres listas diferentes (PP, Vox y Cs), muchos votos se perdieron en las circunscripciones más pequeñas. En las próximas elecciones la derecha irá solo con dos listas con posibilidades, PP y Vox, de forma que aprovechará mejor sus votos. "Tampoco podemos hacer nada, pero estos son capaces de presentarse con 25 listas diferentes", comenta con resignación un diputado socialista. En la Moncloa aguantan la respiración y esperan que Yolanda Díaz gane el pulso: "A ella la valoramos como vicepresidenta, y lo está haciendo muy bien".

La ruptura Iglesias-Díaz

La batalla en el espacio morado se ha personalizado en el choque de dos figuras: la de Yolanda Díaz y la del ex vicepresidente y ex líder de Podemos, Pablo Iglesias. La relación fluida que tenían desde hace años se ha roto y ya hace meses que no se dirigen la palabra. Ahora bien, los dardos han ido in crescendo. En Podemos hace tiempo que se ha instaurado la sensación de que el equipo de Yolanda Díaz ningunea a la formación morada a la hora de construir su proyecto político, Sumar, y auguran que acabarán arrinconados. Por eso, Pablo Iglesias fue contundente en su discurso de clausura de la universidad de otoño de Podemos, ahora hace dos domingos, cuando exigió "respeto" a Díaz, eso sí, sin mencionarla. Al día siguiente el coportavoz del partido morado, Javier Sánchez Serna, dejaba en el aire su apoyo a Díaz como candidata hasta que no concrete cómo será su proyecto.

Un giro respecto a lo que habían ido diciendo hasta ahora en las ruedas de prensa de cada lunes: que Yolanda Díaz era su candidata de cara a las elecciones generales. Con el cambio discursivo de hace una semana, Podemos profundizaba en el mensaje que sí que mantiene desde el verano: que el partido morado no se diluirá dentro de Sumar, sino que apuesta por ir en coalición. Y añadían un elemento más: decidirían si mantienen la alianza en función del papel que Díaz les haya reservado. De hecho, fuentes consultadas de los morados admiten que internamente ya se pone sobre la mesa la opción de presentarse en una candidatura separada de la de Sumar.

Una opción que el equipo de la vicepresidenta segunda no prevé porque creen que Podemos acabará reculando. De hecho, fuentes del entorno a Díaz reiteran que la ministra no quiere entrar en este debate y que cuentan con todos los partidos, con quienes habla sin excepciones, dicen. En público, Yolanda Díaz esquiva los dardos de Podemos y la única respuesta más o menos implícita que dio a las palabras de Iglesias fue en un acto en Pamplona cuando afirmó que Sumar rechaza la "política pequeña" para dar "un titular" y que su proyecto no es "el complemento de nadie". "Si queréis sumar, sí, daré un paso adelante, de manera colectiva", acabó diciendo.

La colaboración estrecha de 'comuns' e IU

La prueba palpable de la distancia entre los morados y el equipo de Díaz es que Podemos tampoco se ha implicado en el crecimiento de Sumar. Al menos, no lo ha hecho al mismo nivel de otros partidos como los comuns o Izquierda Unida (IU), que han puesto a sus trabajadores a disposición del espacio. Desde el Podemos estatal se argumenta que no se les ha pedido esta ayuda y por este motivo no se involucran, a pesar de que en el ámbito territorial sí que ha habido dirigentes morados que se han involucrado en los actos de Sumar.

Varias fuentes consultadas confirman que tanto los comuns como IU ceden voluntarios para colaborar en la organización de los actos, todo a título individual y sin recibir ninguna instrucción del partido, aseguran. Fuentes de los comuns explican, además, que ofrecen asistencia en otras cuestiones como la aportación de materiales. Los actos, además, a menudo los llenan también sindicalistas de Comisiones Obreras (CCOO), una organización próxima a Díaz. Fuentes implicadas en la plataforma explican que alguna vez han bromeado diciendo que "el partido de Yolanda es CCOO". Sea como sea, de la conciliación entre todos los actores del espacio morado dependerá en buena parte el éxito o fracaso del bloque progresista en las próximas elecciones generales.

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