Ser convergente, socialista, republicano o popular... ¿se hereda?
El PSC es quien conserva una identidad generacional más fuerte en contraposición al PP, mientras que se ha roto la convergente con el paso hacia Junts
BarcelonaPor primera vez en la historia, el Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat (CEO) preguntó a los encuestados de qué partido eran sus padres y madres: si sus progenitores tenían alguna simpatía o identidad concreta y si ellos la mantenían en estos momentos. Pues bien, ¿ser socialista o ser convergente es algo que se hereda? Las conclusiones del último barómetro del CEO de julio son desiguales: si bien es cierto que algunas formaciones políticas logran mantener esta identidad de generación en generación, otras la pierden y se van a otras formaciones o simplemente pasan a no identificarse con ninguna organización política. "Nos interesaba estudiar la transmisión generacional de los partidos para ver si hay una herencia de padres a hijos, sobre todo porque en los últimos años en Catalunya han aparecido nuevos partidos y también han desaparecido otros; ha habido trasvase electoral entre formaciones, y también se han incorporado nuevas generaciones al electorado", explica Joan Rodríguez Teruel.
De acuerdo con los resultados del barómetro –la primera vez que se hizo esta batería de preguntas–, los socialistas son los que logran mantener una simpatía de partido más consolidada entre padres e hijos. El 38% de quienes declaran que los progenitores se identificaban con el PSC también se identifican con ellos en la actualidad; en contraposición al 21% que dicen que no se identifican ya con ninguna formación política, y el 13% que asegura identificarse con Esquerra Republicana de Catalunya. Es decir, si bien podría decirse que en ciertos casos ser socialista se hereda, también es cierto que hay hijos de socialistas que ahora se han hecho republicanos.
El caso del PSC contrasta con el del PP, que en Catalunya es la formación política que menos logra retener esta identificación de partido en términos generacionales. Solo un 24% de los que dicen que sus padres se sentían de los populares también lo son ellos ahora, y hay un 15% que ahora se declaran simpatizantes de Vox, un 19% del PSC y un 22% de ningún partido.
El caso de Junts
El caso de Junts es interesante por el hecho de que es un partido formalmente nuevo (apareció en el Parlament en las elecciones del año 2017 y se constituyó formalmente en el 2020), pero sobre todo porque parte de sus dirigentes vienen de CiU, que desapareció como coalición en el 2015 y Convergència como partido en el 2016 –con el que efectuó un partido entre el 2016 –con un EC entre el EC-2. Por ese motivo, y porque el partido impulsado por Jordi Pujol fue hegemónico en la primera etapa autonómica, es relevante ver si la identidad de ser convergente se ha mantenido de una formación a otra. De entrada, Rodríguez Teruel, consultado por el ARA, apunta a que los datos recogidos no cuadran con los resultados históricos de la federación nacionalista, ya que los encuestados que dicen que sus padres se identificaban con CiU son mucho menos que los que citan al PSC, Esquerra, al PP o incluso Junts, que aún no existía. Lo que quiere decir, sigue Teruel, que parte de los encuestados ya no tienen a CiU en el imaginario y pueden haber contestado a Junts (asumiendo que es lo mismo), que "no lo saben" o que "ninguna formación política".
Ahora bien, partiendo de esta premisa, ¿qué pasa entre los que sí contestan que sus progenitores tenían simpatía por Convergència? ¿Hay continuidad generacional entre CiU y Junts? De acuerdo con los datos, hay una ruptura en la identidad de partido: de los que dicen que sus padres votaban a CiU, hay un 25% que aseguran identificarse con Junts, pero hay un 27% que declaran que no tienen simpatía por ninguna formación política, un 14% por el PSC y un 17%. Es decir, aunque el grueso de quienes identifican a Convergència como partido de los padres se va a Junts, son más los que dicen que ahora no se identifican con ningún partido y también hay algunos cuya identidad queda dispersada hacia otras formaciones.
Sin embargo, Junts se sitúa como el segundo partido que más mantiene la identidad tras el PSC. Entre los encuestados que dicen que sus padres tenían simpatía por los junteros (y no por CiU), hay un 37% que ahora también declara identificarse con el partido de Carles Puigdemont. Hay un 18% que dicen ahora tener simpatía por ERC y otro 18% por ningún partido. En cuanto a Esquerra, es el tercer partido, después del PSC y Junts, que más conserva la identidad entre generaciones. Según indican los datos del barómetro, hay un 34% de encuestados que afirma identificarse con Esquerra como sus padres, mientras que hay un 15% de progenitores republicanos que ahora tienen simpatía por la CUP, un 15% por Junts, un 11% por el PSC y un 14% por ningún partido. Unas respuestas que indican la diáspora de los hijos de progenitores de Esquerra.
De hecho, la identidad que se mantiene más estable es la no identidad de partido. De los que responden que sus padres no tenían ninguno, un 39% siguen sin identificarse con una organización política concreta, mientras que un 25% se declaran socialistas y un 13% republicanos. En relación con los demás partidos, no hay suficientes encuestados que les hayan referenciado como formación de sus antecesores para extraer conclusiones. Lo que sí constata el CEO es que prácticamente no existen diferencias en la influencia ideológica que pueden tener los padres y madres sobre sus progenitores. Los números no muestran cambios significativos.
El peso en el electorado
Rodríguez Teruel admite que la transmisión de identidad de partido es un tema poco estudiado, ya que hasta ahora no había datos suficientes para investigar cuáles son sus efectos. En cualquier caso, desde el CEO tienen la intención de profundizar, no sólo preguntando sobre la simpatía por las formaciones políticas sino también por la ideología derecha-izquierda y el eje nacional Cataluña-España. De este modo, explica el director de este organismo de la Generalitat, podrán conocer cuáles son las preferencias de las nuevas generaciones –teniendo en cuenta que su peso electoral será cada vez mayor– y también si hay una correspondencia ideológica con lo que pensaban sus padres y madres o, por el contrario, si se produce un efecto antagónico.