Una cuestión de pura y simple humanidad
MadridEn Madrid empezaron a colocar la infraestructura de cableado para las luces de Navidad. Pero el espíritu navideño no ha aparecido todavía en ninguna parte. La situación de enfrentamiento continuo entre PP y PSOE no está beneficiando a nadie. Sirve, en cualquier caso, para comprobar que el pacto de investidura a favor de Pedro Sánchez aguanta. En condiciones precarias, pero resiste. En cuanto al clima general, es como si los espectadores de cualquier torneo deportivo hubiesen perdido interés en el seguimiento del juego, a la espera de eventos imprevistos para volver a girar la vista en dirección hacia el campo o la pista. Estamos en un punto en el que sólo un golpe de efecto permitirá recuperar la plena atención del público. Las decisiones clave son las de ordenación del calendario político. Y como no se mueve casi nada –es decir, nada decisivo–, nos conformamos con contemplar los intentos de unos y otros para abrir agujeros en la estrategia del adversario. Y aquí es donde estamos anclados, sin tirar del todo ni adelante ni atrás, en una larga partida de ajedrez de incierto resultado.
El PP esperaba un otoño infernal para el gobierno socialista, mientras un puñado de jueces le siguieran clavando agujas. Cada atestado de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil supone un elevado riesgo para el gobierno y para el PSOE. Pero de momento no han sido suficientemente explícitos para constituir una amenaza insalvable. Desde muchos ángulos ya se le ha advertido a Sánchez de que tarde o temprano le caería algún informe con la tesis de que los socialistas han tenido una financiación ilegal, una economía paralela o una caja B. La idea se sigue alimentando, en especial con el descubrimiento de las famosas innovaciones terminológicas de Koldo García, el exasesor del exministro de Fomento, José Luis Ábalos, para quien los billetes de quinientos euros eran chistorra –por razones cromáticas, con el agravante de ser entregados a su destinatario en sobres con las letras PSOE bien visibles–. Para los populares se trata de una prueba incontestable. Para los socialistas, en cambio, no pasa nada, porque era dinero destinado a pagar los gastos del exministro José Luis Ábalos, cuando actuaba por trabajos del partido.
Las sesiones de control parlamentario en el gobierno siempre son un termómetro para comprobar cómo está la temperatura política, y la última ocasión no ha sido una excepción. El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, compareció confiado en que esta vez lograría tocarle la cara a Pedro Sánchez, anunciando que le llevaría ante la comisión de investigación del Senado sobre el caso Cerdán-Ábalos-Koldo, por los supuestos indicios de financiación ilegal del PSOE. Probablemente quiso correr demasiado, porque las sospechas sobre una caja B de los socialistas no tienen suficiente consistencia para formular una acusación sólida. Habrá que ver qué da de sí esa comparecencia, pero la primera reacción del líder socialista fue para bajarle los humos a su rival. Las dos palabras que pronunció Sánchez para responder a Feijóo son de esas que van directas a la recopilación de las citas parlamentarias por su simplicidad, ironía y contundencia. "Ánimo, Alberto", le contestó desde su escaño, y volvió a sentarse de inmediato, mientras bajaba el micrófono, con un gesto de autoridad muy del agrado de los diputados cuando quieren parecer muy seguros de sí mismos.
El problema para el PP no es la respuesta de Sánchez, sino la inmensa dificultad que tiene para definir su terreno de juego, y aprovechar mejor las ocasiones. El último informe de la Guardia Civil no fue el misil que esperaba la oposición. Permite realizar muchas suposiciones y lanzar acusaciones sobre la circulación de dinero en efectivo recibido por Ábalos entre el 2017 y el 2021, pero sin acreditar una contabilidad paralela del PSOE. Feijóo, en definitiva, no ha logrado agarrar por el cuello a su rival. Por otra parte, la expresión "Ánimo, Alberto" sirve para mofarse de un intento de persecución en una breve sesión parlamentaria, pero habrá algo más por parte de Sánchez cuando comparezca en la comisión de investigación del Senado. La ventaja que tiene el PSOE en este momento es que el PP empieza a sufrir problemas muy graves en Madrid y Andalucía. Sin embargo, estos factores no permitirán que se olvide que sigue pendiente de cumplimiento el compromiso de presentar un proyecto de presupuestos del Estado para 2026.
Otoño complejo
En Madrid, Feijóo debe sufrir la convivencia con una líder autonómica, la presidenta de la comunidad, Isabel Díaz Ayuso, que este otoño acumula desaciertos y barbaridades. Sus posiciones sobre el genocidio en Gaza y la descalificación de los participantes de la Flotilla quedan muy lejos de los criterios y sentimientos mayoritarios de la sociedad española, estoy seguro de que la madrileña incluida. Y su respuesta al gobierno sobre la confección de un registro de los médicos objetores de conciencia en relación a la asistencia al aborto la perseguirá durante mucho tiempo. Su frase en la que pide que "vayan a otro sitio a abortar" es injustificable. Otra cosa es que dijera que en Madrid "no se señalará a ningún médico" por su objeción de conciencia respecto al aborto, porque eso debería estar garantizado. Pero también debe tener absoluta garantía de asistencia a la sanidad pública la mujer que quiera interrumpir su embarazo en las condiciones previstas en la ley.
En cuanto a Andalucía, la situación por la falta de información a las mujeres que se sometieron a pruebas para la detección del cáncer de mama es un asunto gravísimo. Supone la peor crisis que ha vivido el gobierno del presidente popular, Juan Manuel Moreno. La dimisión de la consejera de Salud, Rocío Hernández, y las medidas de atención a las mujeres afectadas por ese escándalo, no será una respuesta suficiente. Un programa de cribado de cáncer de mama no puede tener como consecuencia la desatención posterior a 2.000 mujeres a las que se literalmente abandonó sin información. Nada puede tapar lo que como mínimo ha sido una enorme e injustificable negligencia. Es una cuestión de pura y simple humanidad. El PP debe entenderlo así, la lucha por el poder debe ser siempre conciliable con la solidaridad y la identificación con el sufrimiento de las personas, sobre todo cuando la causa de esta situación es injusta e incluso cruel, y ya puede suponer que no hablo sólo de Andalucía.