La desaparición de Albert Rivera

El partido naranja recupera la estrategia electoral de su expresidente pero todavía carga el peso de su derrota

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Cesc Maideu
3 min
El expresidente de Ciutadans, Albert Rivera, el día de su dimisión

¿Inés Arrimadas o Albert Rivera? "Me gustan los dos, y tenía un buenísimo trato con los dos". Aquí, Carlos Carrizosa se para un segundo y precisa la respuesta: "Y tengo un buenísimo trato con los dos". Alguien podría pensar que la corrección la había hecho por Arrimadas. Ese tenía, en pasado, seguramente inconscientemente, dejaba sobrevolando en el ambiente mil interpretaciones. Ninguna demostrable con declaraciones, porque si algo ha destacado en la relación entre Ciudadanos y Rivera después de la dimisión de este ha sido el silencio. Hace un año y medio que Rivera abandonó Cs después de la debacle del 10-N. Se marchó prometiendo que nunca volvería y también que su absoluta influencia desaparecería y daría total libertad a la nueva directiva. Pero lo que no dijo es que se desentendería completamente del futuro del partido que durante más de 10 años lideró en Catalunya.

Acostumbrados al personalismo de Ciudadanos y a la omnipresencia de Rivera, esta vez llama la atención su total ausencia. A pesar de la tendencia a la baja de los naranjas, Rivera no ha ningún dado mensaje de apoyo. Ninguna aparición, ni siquiera en vídeo, en un acto de campaña. Ninguna fotografía. Ni un solo tuit. Nada. La diferencia con la campaña del 2017 es abismal. Entonces participó en prácticamente toda la campaña e incluso tuvo un papel protagonista durante la noche electoral, en la que, por primera vez en la historia, Ciudadanos consiguió ganar unas elecciones en el Parlament gracias a su discurso duro contra el independentismo ante PSC y PP, a los cuales acusaba de no "haber hecho nada durante años".

Esa victoria no sirvió de nada –Arrimadas no llegó a presentarse a la investidura ante la imposibilidad de obtener suficientes apoyos– y Rivera se entregó a una carrera desesperada para conquistar el espacio del PP. Una apuesta arriesgada que en las elecciones españolas del 10-N del 2019 –y después de distanciarse de los fundadores del partido por su negativa a investir a Pedro Sánchez– lo llevó a una derrota sin paliativos. Ciudadanos se quedó con solo 10 diputados y él dimitió al día siguiente. Entonces Rivera empezó una retirada que solo ha roto en contadas ocasiones y nunca para apoyar a su sucesora, que tuvo que afrontar una costosa reestructuración interna bajo la mirada crítica de unos cuantos que no querían a alguien del entorno de Rivera.

Porque Arrimadas era la gran apuesta de Rivera, a pesar de que ahora varios indicios apuntan que la relación se ha enfriado –en sus memorias, de 320 páginas, Rivera solo la menciona en cuatro ocasiones–. Así, a base de silencios, aumentó la distancia, que todavía fue a más cuando el presidente del PP, Pablo Casado, contrató al bufete de abogados de Rivera para que recurriera la ley catalana de alquileres. También, con poco tiempo de margen, la mano derecha de Rivera, José Manuel Villegas, se incorporó al patronato de una fundación afín al PP. Todo esto pasó en el momento en el que Arrimadas consolidaba el giro centrista del partido. Un movimiento al cual Rivera se refirió de manera velada en una presentación de su libro en Zaragoza afirmando que se puede ser "laxo" a la hora de negociar "pero se tiene que tener dignidad". "La dignidad, en la vida, cuando la pierdes no se recupera", insinuó cuando Cs estaba negociando los presupuestos con el PSOE. Después hizo un tuit negando que fuera una crítica a la estrategia de su sucesora. Esa vez, sin embargo, no mencionó literalmente a Arrimadas. De hecho, no escribe su nombre en Twitter desde octubre del 2019.

En cambio, en el partido, aunque tampoco mencionen a Rivera, han recuperado su método: agresividad con el independentismo. Y para ponerlo en práctica han elegido a Carlos Carrizosa, la vieja guardia del partido, que de manera permanente disfruta del apoyo de Arrimadas –que, igual que Rivera en 2015, también aparece en los carteles–. Cs intenta erigirse como el voto útil unionista argumentando que gracias a sus recursos Quim Torra ha sido inhabilitado. El último premio al mérito propio es haber conseguido con una apelación a la Junta Electoral que se prohíban los cortes en la Meridiana. Para presentar estos recursos de momento no están confiando en el bufete de abogados de Albert Rivera.

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