Análisis

La dificultad de hacer dimitir a Mazón obliga a Feijóo a activar el plan Camarero

Salomé Pradas, Carlos Mazón, Alberto Núñez Feijóo y Vicente Mompó en una imagen en el centro de emergencias de la Comunidad Valenciana. KAI FOSTERLING / EFE
13/11/2024
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BarcelonaSi alguien pensaba que Carlos Mazón tendría un ataque de dignidad y dimitiría, iba equivocado. Esto no ocurrirá, porque el PP valenciano no conjuga el verbo dimitir. Allí solo se pliega cuando se obliga desde Madrid, como le ocurrió a Francisco Camps en el 2011 cuando fue imputado por el caso de los trajes. En aquella ocasión, Mariano Rajoy, que tenía unas elecciones en el horizonte, envió a Federico Trillo para convencer a un Camps de que se resistió tanto como pudo y más. Ahora en Génova hay quien piensa que Carlos Mazón se ha convertido en un lastre para las opciones electorales de Alberto Núñez Feijóo y que lo mejor sería relevarle. Pero existe un problema no menor. A diferencia del 2011, el PP no tiene mayoría absoluta en Les Corts, sino que depende de Vox. Así, el relevo de Mazón debería tener el visto bueno de los de Santiago Abascal, que ahora mismo no están nada interesados ​​en apuntalar a un nuevo presidente de la Generalitat cuando tienen la sensación de que les están llegando votos a capazos desde las filas populares por el caos en la gestión de Dana. Para Vox, acercarse ahora al PP valenciano es cómo hacerlo a una suerte de Chernobyl político.

Ante esta situación, el PP español ha activado un plan B en la persona de Susana Camarero. De confirmarse su nombramiento al frente de una macroconsejería para dirigir la reconstrucción, estaríamos ante una especie de presidenta bis. Feijóo no puede derribar a Mazón, pero sí puede colocarle alguien al lado que se prefigure como el cabeza de cartel cara a las próximas elecciones, ya que es impensable que el actual presidente pueda presentarse. De facto, pues, Mazón sería un presidente intervenido, pero no por el Estado vía 155, sino por Génova 13.

La opción Camarero tiene ventajas respecto a otros planes que han circulado estos días, como el de situar a la actual alcaldesa de Valencia, María José Català, en la Generalitat. Primero, porque habría que buscar un nuevo alcalde, y segundo y principal porque con el ascenso de Català se rompería la actual correlación de fuerzas en el PP valenciano. Y es que Mazón es zaplanista, como todo el PP alicantino, es decir, liberal y ayusista, mientras que Catalá es campsista, una corriente más conservadora ideológicamente (con contacto con el Opus Dei) mayoritaria en el PP de las comarcas centrales del País Valenciano.

Es normal, pues, que a Feijóo le guste más Catalá que Mazón, que fue puesto al frente del PP valenciano por Pablo Casado, pero difícilmente se atreverá a dar un paso que reabriría la guerra entre zaplanistas y campsistas.

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