Europa entierra el bipartidismo y contiene la escalada de la ultraderecha

Populares y socialistas no suman mayoría y el aumento de verdes y liberales fuerza nuevos pactos

Júlia Manresa
y Júlia Manresa

BruselasSe han terminado los equilibrios de siempre. Sentencia rotunda de los europeos que ayer fueron a votar a los partidos tradicionales: se ha acabado el bipartidismo. Como preveían las encuestas y según confirmaban los primeros resultados provisionales, por primera vez la unión de los dos grandes partidos tradicionales —socialistas y populares— no llega a ocupar la mitad de los asientos del hemiciclo. Deberán nacer nuevos pactos para garantizar la estabilidad de una Eurocámara más fragmentada que nunca y, por eso, más difícil que nunca. La sangría que sufren las dos grandes familias son vasos comunicantes con el auge de los liberales alimentados por el partido de Macron, que son el tercer grupo de la Eurocámara, pero también por la ola verde, impulsada por los estudiantes que han conseguido poner la crisis climática en la agenda. La ultraderecha y los eurófobos han conseguido grandes victorias en Francia, Italia, el Reino Unido y Polonia, pero se han contenido en otros países en gran parte gracias a una participación histórica. Por primera vez en cuarenta años la participación ha aumentado y ha superado el 50% después de dos décadas.

El gran castigo es para los conservadores, la familia política que ha monopolizado las instituciones durante las dos últimas décadas y que, por lo tanto, ha liderado la gestión de la crisis económica y del Brexit. El Partido Popular Europeo, que tiene como candidato a la presidencia al alemán Manfred Weber, ha ganado las elecciones, pero ha perdido unos cuarenta diputados y se queda con 178 escaños. Pero si ahora los populares ostentaban todas las presidencias de las instituciones es también gracias al pilar de la estabilidad conocido como la Gran Coalición en la que se constituyó la familia socialista europea, con el holandés Frans Timmermans, actual vicepresidente de la Comisión, al frente. La fuga de votos, en su caso, los deja con 35 escaños menos según los primeros resultados provisionales y hace imposible por poco el pacto progresista que puso sobre la mesa Timmermans.

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La bisagra liberal

La ALDE se convierte en el tercer gran grupo gracias a Macron

Tanto si el pacto es progresista como si no, quienes se han convertido en indispensables para configurar cualquier mayoría estable en la Eurocámara son los liberales de la ALDE —la familia a la que pertenece Ciudadanos—, en la que ayer también se pudo ver el renacimiento del presidente francés Emmanuel Macron, a pesar de haber sido derrotado en Francia por la xenófoba Marine Le Pen. Los liberales suman 40 asientos, de los cuales unos veinte provienen de França. Por eso ayer el portavoz de este grupo, el belga Guy Verhofstadt, se negaba a interpretar los resultados del partido de Macron como una “derrota” para los liberales. “Jo lo llamo victoria”, afirmaba ayer en la valoración ya de los primeros sondeos. El carismático líder de los liberales en la Eurocámara se apresuró a erigirse como la clave de la futura gobernabilidad de la Unió Europea: “Por primera vez en 40 años los dos partidos clásicos no tendrán mayoría. Eso quiere decir que no es posible ninguna mayoría sólida y proeuropea sin nuestro partido de centro”. E inmediatamente anunció su voluntad de negociar con todas las formaciones que garanticen un gobierno “sólido” de la UE. Y justamente una de las candidatas oficiales que puede tener más números después del papel clave de los liberales es la danesa Margrethe Vestager, actual todopoderosa comisaria de Competencia y que podría generar el consenso necesario entre los dos grandes derrotados de la noche, que, a pesar de ser los ganadores, tendrán que renunciar a los privilegios que se habían blindado.

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Euroescépticos y ultraderecha

Obtienen grandes victorias, pero no pueden bloquear la Eurocámara

Si la Eurocámara está más fragmentada que nunca también se debe a la consolidación de la ultraderecha y a los euroescépticos, que han visto frenada su escalada gracias al aumento inédito de la participación. La formación xenófoba de Marine Le Pen volvió a ganar las elecciones en Francia: lanzó un garrotazo a un ya debilitado Emmanuel Macron y aportará unos veinte escaños al grupo de los euroescépticos Europa de las Naciones y las Libertades (ENF), al que también pertenece la Liga de Matteo Salvini, que ganó las elecciones en Italia con cerca de un 30%, lo que multiplicaría casi por cinco sus actuales escaños y lo dejaría con unos 25. En Italia, sin embargo, la gran sorpresa sería, según los sondeos, que el Partido Demócrata desbancaría al Movimiento 5 Estrellas, que quedaría en tercera posición. Este grupo sumaría unos veinte escaños, pero no llegaría a controlar el 33% del hemiciclo, lo que lo convertirá en un obstáculo, pero no en un elemento de bloqueo si se consolida una mayoría estable proeuropea. El Partido del Brexit de Nigel Farage también arrasó en el Reino Unido, pero su grupo (EFDD), en el que también participa Alternativa para Alemania, que aumentaba un 13% según las últimas proyecciones, también creció con fuerza en Bélgica. Al mismo tiempo, cayó ligeramente en Austria y se mantuvo en los Países Bajos, y no entró con tanta fuerza en países como España.

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Si a la contención se suman las divergencias internas en cuestiones de política exterior (Rusia), migratoria (cuotas) o los nacionalismos (Vox no podría entrar en el mismo grupo que los nacionalistas flamencos de la NV-A), es difícil que la ultraderecha pueda constituir un grupo fuerte de bloqueo. En total, según los últimos sondeos, la Eurocámara para los próximos 5 años queda con unos 480 escaños proeuropeos, 185 euroescépticos y 42 eurocríticos (donde hay partidos de izquierdas como Podemos) o el del primer ministro de Grecia, que al ver que los conservadores lo superaban convocó elecciones.

El frente progresista

Los verdes se disparan pero dejan a los socialistas debilitados

Los otros grandes ganadores de la noche electoral europea fueron los verdes (67). “El verde es el nuevo rojo”, decían en Alemania, paradigma de la sangría socialdemócrata. Los germanos pierden el liderazgo socialista a favor de España y Portugal. Según los sondeos, los socialistas alemanes se hundieron 11 puntos, los mismos que absorbió el partido verde alemán, alimentado por el voto joven y por la ola de manifestaciones de estudiantes. Los socialistas alargaron la mano tanto a los liberales como a los verdes y las izquierdas para conformar una coalición progresista que ponga fin a 20 años de los populares ocupando los asientos más poderosos de las instituciones. No obstante, los resultados según los últimos sondeos los dejan a las puertas de la mayoría necesaria y parece más posible un pacto entre populares, socialistas y liberales, que dejaría en un sueño incompleto el de apartar al PPE de las instituciones. “Estamos a punto para pactar”, constataba ayer el portavoz de los socialistas, Udo Bullmann. Y esta es la verdad más palpable después de los comicios: entran nuevos actores en juego y harán falta nuevos equilibrios.