Política

ERC busca ganar peso en la negociación ante el protagonismo de Puigdemont

Los republicanos se enfrentan al peligro de quedar desdibujados en las conversaciones

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El presidente Pere Aragonès en la reunión del consejo ejecutivo de este martes.

BarcelonaMatemáticamente, los siete diputados de Esquerra y los siete diputados de Junts son igual de decisivos para desatascar la investidura de Pedro Sánchez, pero, por ahora, todos los focos apuntan sólo hacia el partido de Carles Puigdemont, mientras que se dan prácticamente por descontados los votos de los republicanos. Ante este escenario, el partido de Oriol Junqueras ha empezado a rebelarse para tratar de ganar peso en la negociación y en el debate público. Es clave acabar jugando un papel importante en la investidura española, ya sea para poder reivindicar después los frutos de un eventual acuerdo, o para ir a una repetición electoral con las mejores cartas posibles.

El primer movimiento de peso de ERC es tratar de trasladar a la opinión pública que Puigdemont ha acabado haciendo lo mismo que el que pregona desde hace cuatro años –con mayor o menor fortuna– Esquerra Republicana: dejar atrás los maximalismos y negociar con el Estado. "[Puigdemont] ha terminado haciendo lo mismo que nosotros, el mismo por el que algunos nos dicen traidores", reflexiona una voz autorizada del partido. De forma más diplomática, así trataba de argumentarlo este martes la portavoz del Govern, Patrícia Plaja: "Celebramos que, ahora sí, Junts se decante por la negociación. El propio presidente Aragonès lo ha defendido desde el primer minuto de la legislatura ". "Desde que asumí la presidencia hice una clara apuesta por la negociación política", remató horas después el propio presidente.

Pero, por si fuera verdad que las declaraciones se las lleva el viento, el lunes Esquerra también se estudiaba con lupa el comunicado conjunto que hicieron Sumar y Junts després del encuentro Díaz-Puigdemont y lo comparaba con lo que hicieron hace cuatro años el PSOE y ERC para anunciar el acuerdo sobre esa investidura. En ambos se lee "diálogo", "conflicto político" y "principios democráticos". "Han subido al carro de la negociación", defiende un miembro de la dirección de ERC. Ven incluso semejanzas desde el punto de vista de la escenificación: en el 2018 Pablo Iglesias (Podemos) rompió el hielo yendo a ver a Junqueras en prisión. Ahora, Yolanda Díaz (Sumar) ha volado a Bruselas para verse con Puigdemont. En su reivindicación, los republicanos no pueden disimular cierto enfado con Junts por cómo ha despreciado la estrategia del diálogo en el último lustro. El exdiputado de ERC en Madrid Joan Tardà, que no tiene cargo pero mantiene su ascendiente, lamentaba el martes la "chapucea" que ha tenido que sufrir su partido para que después Puigdemont reproduzca el mismo discurso "hilo por randa".

Al margen de la batalla por el relato, Esquerra también presiona para conseguir hacerse un agujero en las conversaciones por otras vías. La primera pieza ya la ha movido: ofrecer a Junts una negociación conjunta con el PSOE. En un lado de la mesa el independentismo y, en el otro, los socialistas. Compartir negociación sería compartir también los focos, pero por ahora no hay señal alguna que haga pensar que esto es posible. "Si Junts quería coordinación en Madrid, ahora es un buen momento", explica una voz republicana con cierta ironía, ya que esa coordinación siempre ha sido una exigencia de Junts y también una fuente de reproches cruzados. La otra vía para presionar es hacer llegar al PSOE que la legislatura es muy larga. Es decir, que esta vez no tendrá una mayoría alternativa con los votos de Ciutadans para cuando ERC no quiera pactar ciertas leyes, como ocurrió con la reforma laboral, por ejemplo. "Somos claves los 14 diputados independentistas: los siete de Junts y el set de Esquerra", reclamaba el lunes la portavoz del partido, Raquel Sans.

La gran diferencia

La negociación será larga y acaba de empezar, pero el primer peligro para ERC ya está en la esquina: quedar excluida o minimizada. La situación contrasta con la negociación de la investidura de hace cuatro años, donde toda la atención era sólo para los republicanos cuando se reunían a un lado de la mesa Marta Vilalta, Gabriel Rufián y Josep Maria Jové y en la otra los socialistas Salvador Isla, Adriana Lastra y José Luis Ábalos. Entonces los 13 escaños de ERC eran esenciales por sí mismos, y los de Junts no eran imprescindibles. De esas conversaciones salió la mesa de diálogo, que después derivaría con los indultos y la derogación de la sedición. En el nuevo escenario, el gran reto es la amnistía, a la que difícilmente se habría llegado sin conseguir las anteriores victorias parciales. Pero el peligro, para ERC, es que solo lo capitalice Junts per Catalunya.

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