Exilio temporal, repudio perpetuo

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Joan Carles I viendo un partido de tenis de Rafael Nadal en Abu Dhabi el diciembre pasado.

MadridJuan Carlos I era una patata caliente difícil de resolver para Felipe VI. Había que elegir entre el riesgo de hacerlo regresar, y buscarle un lugar desde donde no pudiera convertirse en un problema para su hijo, y la vergüenza de dejarlo en el exilio, ni que sea con visitas esporádicas a España. Finalmente, la Casa del Rey ha optado por esta segunda opción, seguramente para dejar claro que Felipe VI no quiere tener nada que ver con su padre, al que ve como un peligro para la institución monárquica. La trascendencia histórica del paso dado este lunes, sin embargo, es innegable. Uno de los artífices de la Transición, el hombre sobre el cual pivotó el paso de la dictadura a la democracia, tendrá que pasar sus últimos años de vida en el exilio, aunque sea un exilio dorado y temporal, y en medio del repudio de la mayor parte de la población española. Lo único seguro es que Juan Carlos I continuará siendo, desde Abu Dabi, un problema para la monarquía y la imagen de España, pero el desastre sería total si muriera en el emirato. Esto se intentará evitar a cualquier precio.

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