Feijóo choca con la cruda realidad de Vox
MadridNi 24 horas ha tardado el presidente in pectore del PP, Alberto Núñez Feijóo, en chocar con la realidad. Mientras ayer por la tarde defendía que la presidencia de las Cortes de Castilla y León tenía que corresponder al PP y pedía ayuda al PSOE para no depender de la extrema derecha, esta mañana se ha hecho público el acuerdo entre populares y Vox para repartirse el gobierno de la comunidad autónoma y también la mesa de las Cortes, donde los ultras ostentarán la presidencia y una secretaría tercera. Este último punto es importante porque supone una desautorización directa de Feijóo justo cuando empieza a caminar como nuevo líder del PP. La paradoja es que un supuestamente moderado Feijóo tiene que hacer suya una decisión, la de aceptar a Vox en un gobierno autonómico, que la anterior dirección de Pablo Casado y Teodoro García Egea había vetado.
La decisión de Alfonso Fernández Mañueco, sin embargo, no se tiene que leer en clave de oposición a Feijóo sino de pura supervivencia. Y es que Vox ha sabido leer a la perfección cuál era la correlación de fuerzas y la debilidad del PP. Los ultras plantearon un ultimátum muy sencillo: o les daban lo que pedían o forzaban elecciones anticipadas. El PP creía que ibande farol, pero a medida que se acercaba la hora de la verdad y no cedían, les empezaron a temblar las piernas y son ellos los que han acabado cediendo en todo. La cara de satisfacción de Santiago Abascal esta mañana en el patio del Congreso lo decía todo. La primera negociación para entrar en un gobierno les ha salido redonda. Y además, de paso, han desgastado el liderazgo del PP.
Más allá del hecho que la extrema derecha entrará por primera vez en un gobierno autonómico desde la recuperación de la democracia, el precedente resulta especialmente inquietante porque demuestra que es Vox quien tiene la sartén por el mango ante un PP que necesita estar en las instituciones a cualquier precio. Y esto que hoy mismo el PP ha votado a favor de investigar los abusos sexuales en la iglesia en el Congreso mientras que Vox lo ha hecho en contra. La incógnita ahora es saber qué impacto tiene el pacto en el electorado; el de derechas, pero también el de izquierdas. El PSOE jugará a fondo esta carta de cara a las próximas elecciones andaluzas, previstas para final de año, que serán una auténtica prueba de fuego tanto para Pedro Sánchez como para Núñez Feijóo.
Si gana la derecha, habrá gobierno PP-Vox, y después de mayo se puede ver una entrada masiva de la extrema derecha en ayuntamientos importantes, con Madrid en primer lugar, de la mano del PP, y también en comunidades como Murcia o Madrid. Vox es un partido teóricamente contrario al estado de las autonomías, pero ha entendido que se tiene que adaptar a la realidad institucional para ir introduciendo sus políticas. Como ejemplo, un botón: en uno de los puntos de su propuesta de acuerdo con el PP en Castilla y León, denuncia que esta comunidad está "infrafinanciada" y ha sufrido una "discriminación histórica" por parte del gobierno español. El victimismo. He aquí uno de los ingredientes básicos del populismo.