LA GOBERNABILIDAD DEL ESTADO

El fracaso de Colón y la derrota de Díaz refuerzan a la Moncloa de cara a los indultos

Casado censura a Ayuso por implicar a Felipe VI en la medida de gracia y la Zarzuela garantiza la firma

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Pedro Sánchez representó España ayer a la la cumbre de la OTAN en Bruselas.

MadridYa hace tres semanas que el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, sorprendió a todo el mundo allanando el camino de los indultos a los líderes independentistas desde Bruselas. Desde entonces, la lluvia de críticas que ha recibido la Moncloa no ha hecho variar el mensaje de que no hay posible marcha atrás en la medida de gracia. El gobierno ha puesto la directa para que los apruebe el consejo de ministros -no está previsto que sea en la reunión de este martes, a pesar de que ayer el ministro de Política Territorial, Miquel Iceta, insistió en RAC1 que están “muy cerca”-, y Sánchez está resistiendo probablemente mejor de lo que muchos imaginaban: la manifestación de la triple derecha no fue tan multitudinaria como se esperaba y se han apaciguado -al menos públicamente- las críticas desde filas socialistas.

El presidente español evitó mojarse ayer sobre la fecha en una nueva jornada en Bruselas en el marco de la cumbre de la OTAN marcada por el fracaso en el primer encuentro con el presidente norteamericano, Joe Biden -se había generado la expectativa de una reunión bilateral-. Sánchez, sin embargo, volvió a defender los indultos porque “no hay nada más constitucional que construir convivencia”. De hecho, indultar a los presos políticos la semana que viene podría ser una forma de evitar que se interprete como una contrapartida a la próxima reunión prevista entre Sánchez y el president de la Generalitat, Pere Aragonès, en la Moncloa, que todavía no tiene fecha pero se producirá una vez el presidente español reciba al andaluz Juanma Moreno (PP) este jueves.

Una “nueva etapa” en el PSOE-A

Los había dentro del gobierno de coalición que creían que el tiempo entre la decisión de indultar y la concesión restaba fuerzas a Sánchez, pero el presidente español se encontró este pasado fin de semana con un revulsivo inesperado. En primer lugar, gracias al fracaso de la manifestación en la plaza Colón, donde una triple derecha dividida solo consiguió reunir a la mitad de personas respecto a 2019. Segundo, por la división en el PP, después de que Pablo Casado tuviera que salir a enmendar ayer a la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, por haber empujado a Felipe VI a no firmar los indultos a pesar de que el rey no tiene esta potestad -incluso la Zarzuela recordó que el rey es “fiel a sus funciones constitucionales”-. Y tercero, por la derrota de Susana Díaz en las primarias para ser la próxima candidata a la Junta de Andalucía frente al candidato de Ferraz, el alcalde de Sevilla, Juan Espadas. Una muestra del control que tiene Sánchez sobre el aparato del partido, después de que fuera él quien forzara la convocatoria de primarias.

El líder socialista enseñó ayer la puerta de salida a Díaz, que se ha atrincherado en el cargo de secretaria general hasta el congreso regional previsto para finales de año. Sánchez señaló que “la democracia ya ha hablado” y ha dicho “regeneración”, pero de momento la dirección del PSOE no impondrá una gestora al frente del partido en Andalucía para evitar que el equipo de Díaz comande el diseño del próximo congreso. La ejecutiva federal socialista advirtió, eso sí, de que “se abre una nueva etapa” con Espadas y recordó a la expresidenta andaluza que “es la militancia quien pone y saca liderazgos en el PSOE”, en palabras del secretario de organización del partido, el ministro José Luis Ábalos, que subrayó que “no hay prisa” para cambiar la dirección andaluza visto que ya se ha consolidado el cambio.

En cuanto al PP, la resaca de la manifestación en Colón fue difícil de digerir. Génova ya sufría por el resultado de la protesta -sobre todo por la instrumentalización que pudiera hacer Vox- y, de hecho, Casado evitó pisar el centro de la plaza después de recibir algunos silbidos. Pero poco confiaba que fuera Ayuso quien eclipsara la jornada con unas manifestaciones salidas de tono. “¿Qué hará el rey a partir de ahora? ¿Firmará los indultos? ¿Lo harán cómplice de esto?”, se preguntó el domingo la presidenta madrileña. Casado la desautorizó ayer de forma categórica durante la presentación del que será el congreso del PP en otoño. “No hay más cómplices del triste pacto del indulto que sus protagonistas”, aseveró, después de que durante toda la mañana diferentes cargos del partido aseguraran que se habían malinterpretado las palabras de Ayuso. La propia presidenta madrileña matizó por la tarde: “El rey no es cómplice de nada. Me duele el compromiso al que lo someterán”.

El gobierno español aprovechó el resbalón de Ayuso para cargar contra el PP. Miquel Iceta ya pidió de buena mañana a Casado que aclarara si las palabras de Ayuso “representaban la posición del PP”. Y Ábalos contrastó la “cobardía” del líder popular, que “se escondía para no ser silbado” durante la manifestación contra los indultos, a la “generosidad” del PSOE, que intentaba resolver el conflicto territorial. Podemos, a su vez, tiró de ironía. Su portavoz, Rafa Mayoral, le dio las “gracias” a Ayuso por Twitter: “Con sus declaraciones estamos un paso más cerca de la república”.

El PP recoge 300.000 firmas

“Por supuesto que el rey no es cómplice de nada. Toda la culpa recae en el presidente del gobierno”, insistió Ayuso ayer después de que fuentes de la Zarzuela consultadas por el ARA afirmaran que es “lógico” que el rey firme los indultos cuando le lleguen porque es “fiel” a sus obligaciones. Una vez más Ayuso ha puesto a Casado contra las cuerdas. Y es que ya fue ella la primera en confirmar la presencia en la manifestación de Colón cuando la dirección popular hacía lo imposible para intentar evitar que se los volviera a meter en el mismo saco que Vox.

Sea como sea, el plan de Casado contra los indultos no acaba de elevarse. Hasta ayer el PP había recogido 300.000 firmas contra su concesión, lejos de las 800.000 que recogió Mariano Rajoy contra el Estatut - y entonces no se podían recoger de forma telemática-. Solo el domingo el PP asegura que sumó 50.000 más para añadir presión a Sánchez.

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